LAZOS DE SANGRE 7
-Ya estamos en casa – anunció la
abuela cuando entraron cargados por la puerta.
-¿Habéis comprado mucho? – preguntó
la madre de Linki.
-No, pero tu hijo necesitaba algunas
respuestas.
-Oh – Linki y su madre se quedaron
mirando mutuamente. – Estoy muy orgullosa – y le dio un abrazo a su hijo.
-Gracias mamá. Creó que iré a ver a
Adrián.
-¿Quién es? – preguntó la abuela.
-Es el hermano de Pedro, un
compañero de clase.
-Es el chico de la fiesta de ayer,
abuela.
-Ah, entiendo. Si, será mejor que
vayas a verlo.
Aún asimilando respuestas y con el
sentimiento de alegría de su madre, Linkshandige salió hacia la casa de Pedro y
Adrián. Este último estaba sentado en una silla en su terraza, fumando un
cigarro. Vivían en una casa unifamiliar en el barrio de La Paz.
-Buenas Adrián.
-Hola.
-¿Y tu hermano?
-Tirado en la cama. Tiene agujetas y
aún no se puede levantar.
-Agujetas – dijo Linki para si
mismo.
-Veo que tú te has podido levantar
de la cama – le comentó Adrián ofreciéndole una cerveza a Linki.
-Si. No ha sido la primera vez que
me pasa pero sí la primera en la que estoy consciente – contestó Linkshandige
cogiendo la cerveza y sentándose en una silla cercana.
-Bien, eso quiere decir que aceptas
tu condición.
-Si. Me ha costado pero mi abuela me
resolvió bastantes dudas. Me animó a aceptarlo.
-¿Qué te ha contado? – preguntó
Adrián mientras le daba un sorbo a su cerveza.
-Pues la lucha constante de los
hombres pantera y los hombres lobo. La atracción irresistible que hay entre
esas especies y la supremacía. Nuestras debilidades y sentimiento, y que
nuestra transformación se debe a los latidos del corazón, no a la luna.
-¿Te ha dicho algo de las manadas?
-No – contestó Linkshandige
extrañado.
-Respecto a lo de la transformación,
si, es correcto. Eso quiere decir que puedes controlarlo y transformarte en
cualquier momento. Y lo relacionado a las manadas, todos los hombres lobos se
reúnen y atacan en manadas, al contrario que las panteras, que pueden atacar en
solitario.
-Interesante.
-Si, pero esos capullos que vimos no
tienen lo que hay que tener para atreverse a hacerlo. Los lobos están
conectados psíquicamente con su manada. Pueden coordinarse para atacar con una
simple mirada y sentir cuando alguno está en peligro.
-Eso está bien.
-Si. Pero se necesita un líder que
mantenga a la manada bajo observación, bajo control. Ese es el macho alfa. Las
panteras no lo tienen. Aunque somos su mayor enemigo, también poseen luchas
internas para conseguir el liderazgo.
-Macho alfa…
-Exacto. Cuando el alfa se
transforma, toda la manada lo siente, esté donde esté, y si no lo pueden
controlar, también se pueden transformar ellos. El descontrol se hace más
grande cuanto más cerca está un beta de un alfa.
-Eso quiere decir que tú eres el
alfa – comentó Linki al recordar la noche anterior, su transformación al
cambiar de fase adrián.
Adrián no contestó a aquello, solo
se quedó mirando el cielo, bebiendo su cerveza fresca y pensando.
-Puede, pero no he elegido este
camino. – dijo finalmente.
-No te preocupes. Yo te seguiré,
donde quiera que vayas – Linki demostró su lealtad y su deseo de formar parte
de la manada, estrechándole la mano. Gesto que Adri iba agradecer pero se vio
interrumpido por el grito de su madre.
-¡Ayuda, es Pedro!
Algo no iba bien. Linkshandige podía
sentirlo, era casi como una premonición.
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