Colección mujeres guerreras
viernes, 31 de agosto de 2012
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Recuerdos de un Ánima 63
jueves, 30 de agosto de 2012
LAZOS DE SANGRE 8
Era espantoso. Pedro estaba medio
deforme y sin vida encima de su cama. Era un cuerpo humano con las manos
deformes y una cabeza de lobo con la lengua fuera, como si hubiera dado su
último suspiro.
-¡No! Mi pequeño – la madre estaba
desconsolada, abrazando el cuerpo sin vida de Pedro.
-Malditos panteras – murmuró Adrián.
-¿Qué ha pasado? – preguntó Linkshandige.
-Pedro no estaba preparado aún para la
transformación. Ya sabes, por experiencia que la primera vez que te transformas
no eres consciente de ello.
-Como en el baile – recordó Linkshandige.
-Exacto. Pero cuando un alfa se transforma, toda
su manada actúa igual que él. Y Pedro no estaba preparado. No se tenía que
transformar todavía.
-¿Crees que alguno más de la manada habrá
muerto?
-No, yo lo habría sentido. Solo se que hay un
hueco libre y en este momento hay otro licántropo perdido por ahí.
-¿No deberíamos buscarlo?
-Quizá – y tras estas palabras, Adrián salió de
la habitación – pero antes debo resolver un asunto.
Estaba muy enfadado. Linkshandige oía como los
latidos del corazón de Adrián se aceleraban. Quería venganza y sabía que
aquello no iba a ser bueno. Preveía una carnicería en la que posiblemente
morirían inocentes. No lo podía permitir pero tampoco podía ir en contra de su
alfa.
-Vamos Adrián, se sensato. Eres la persona más
cuerda que conozco.
-¿Has perdido injustamente alguna vez a un ser
querido?
-No, pero no dependen de mí la vida de varios
jóvenes que en este momento estarán asustados. Todos nos transformamos y muy
pocos o ninguno sabrán porqué o qué es lo que les pasa. Hay que ayudarlos.
-Pero…
-Piénsalo. Tú eres el alfa, el único que nos
puede ayudar a dominar nuestro lobo interior. Una vez aprendido, podremos
ayudarte con tu venganza sin que mueran inocentes. Seremos más fuertes.
-Tienes razón – Adrián estaba cegado y Linkshandige
lo sabía. De momento, era la única manera que se le había ocurrido para
retrasar lo inevitable y evitar que una manada de lobos descontrolados mate a
inocentes o que mueran por le mismo motivo que Pedro.
Tenían que estar preparados. Tenían que cazar
panteras.
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Recuerdos de un Ánima 62
miércoles, 29 de agosto de 2012
LAZOS DE SANGRE 7
-Ya estamos en casa – anunció la
abuela cuando entraron cargados por la puerta.
-¿Habéis comprado mucho? – preguntó
la madre de Linki.
-No, pero tu hijo necesitaba algunas
respuestas.
-Oh – Linki y su madre se quedaron
mirando mutuamente. – Estoy muy orgullosa – y le dio un abrazo a su hijo.
-Gracias mamá. Creó que iré a ver a
Adrián.
-¿Quién es? – preguntó la abuela.
-Es el hermano de Pedro, un
compañero de clase.
-Es el chico de la fiesta de ayer,
abuela.
-Ah, entiendo. Si, será mejor que
vayas a verlo.
Aún asimilando respuestas y con el
sentimiento de alegría de su madre, Linkshandige salió hacia la casa de Pedro y
Adrián. Este último estaba sentado en una silla en su terraza, fumando un
cigarro. Vivían en una casa unifamiliar en el barrio de La Paz.
-Buenas Adrián.
-Hola.
-¿Y tu hermano?
-Tirado en la cama. Tiene agujetas y
aún no se puede levantar.
-Agujetas – dijo Linki para si
mismo.
-Veo que tú te has podido levantar
de la cama – le comentó Adrián ofreciéndole una cerveza a Linki.
-Si. No ha sido la primera vez que
me pasa pero sí la primera en la que estoy consciente – contestó Linkshandige
cogiendo la cerveza y sentándose en una silla cercana.
-Bien, eso quiere decir que aceptas
tu condición.
-Si. Me ha costado pero mi abuela me
resolvió bastantes dudas. Me animó a aceptarlo.
-¿Qué te ha contado? – preguntó
Adrián mientras le daba un sorbo a su cerveza.
-Pues la lucha constante de los
hombres pantera y los hombres lobo. La atracción irresistible que hay entre
esas especies y la supremacía. Nuestras debilidades y sentimiento, y que
nuestra transformación se debe a los latidos del corazón, no a la luna.
-¿Te ha dicho algo de las manadas?
-No – contestó Linkshandige
extrañado.
-Respecto a lo de la transformación,
si, es correcto. Eso quiere decir que puedes controlarlo y transformarte en
cualquier momento. Y lo relacionado a las manadas, todos los hombres lobos se
reúnen y atacan en manadas, al contrario que las panteras, que pueden atacar en
solitario.
-Interesante.
-Si, pero esos capullos que vimos no
tienen lo que hay que tener para atreverse a hacerlo. Los lobos están
conectados psíquicamente con su manada. Pueden coordinarse para atacar con una
simple mirada y sentir cuando alguno está en peligro.
-Eso está bien.
-Si. Pero se necesita un líder que
mantenga a la manada bajo observación, bajo control. Ese es el macho alfa. Las
panteras no lo tienen. Aunque somos su mayor enemigo, también poseen luchas
internas para conseguir el liderazgo.
-Macho alfa…
-Exacto. Cuando el alfa se
transforma, toda la manada lo siente, esté donde esté, y si no lo pueden
controlar, también se pueden transformar ellos. El descontrol se hace más
grande cuanto más cerca está un beta de un alfa.
-Eso quiere decir que tú eres el
alfa – comentó Linki al recordar la noche anterior, su transformación al
cambiar de fase adrián.
Adrián no contestó a aquello, solo
se quedó mirando el cielo, bebiendo su cerveza fresca y pensando.
-Puede, pero no he elegido este
camino. – dijo finalmente.
-No te preocupes. Yo te seguiré,
donde quiera que vayas – Linki demostró su lealtad y su deseo de formar parte
de la manada, estrechándole la mano. Gesto que Adri iba agradecer pero se vio
interrumpido por el grito de su madre.
-¡Ayuda, es Pedro!
Algo no iba bien. Linkshandige podía
sentirlo, era casi como una premonición.
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Recuerdos de un Ánima 61
sábado, 25 de agosto de 2012
LAZOS DE SANGRE 6
Una vez disfrutado el desayuno y
aseado, Linkshandige
se vistió y bajó al salón.
-Me llevo a Linkshandige para que me ayude con
las compras – dijo la abuela a los padres de Linkshandige.
Quizá una mañana en el centro comercial con su
abuela era lo que necesitaba para poner la cabeza en su sitio. Quería
preguntarle cosas a su abuelo pero no sabía como empezar.
-Abuela.
-¿Si, hijo?
-Podemos hablar sobre…
-¿Sobre los licántropos?
-¿!Qué¡?
-Si hijo. Lo sé, y si, existen.
-¿Pero por qué yo?
-Porque lo llevas en los genes. – Linkshandige
estaba perplejo. – Se puede contagiar a través del mordisco, pero tú
concretamente eres un hombre lobo por herencia.
-¿Quién de mi familia…?
-Tu abuelo.
-Entonces mi madre…
-No. Tu madre solamente tiene el gen dormido,
eso quiere decir que es portador pero no un licántropo. No afecta a las
mujeres.
-¿Cómo sabías que esa noche..?
-Porque aunque no eras consciente, cada luna
llena te transformabas. Tus padres también lo sabían.
-Esto es increíble – comentó Linkshandige sentándose en un banco.
-Sé que te va a costar asimilarlo pero lo
conseguirás. ¿Por qué crees que tus músculos se han definido y ya no necesitas
gafas? Solo necesitabas ser consciente de tu transformación para que el gen
pudiera actuar y mejorar tu forma humana. A tu abuelo también le pasó.
-¿Cómo pudiste sobrellevar todo esto?
-Porque mi familia también era cambiante.
-¿También eran hombres lobo?
-No…
-¿…Pantera?
-¿Cómo sabes eso? – su abuela se quedó
sorprendida.
-Nos transformamos siempre que ese grupo que te
dije que me molestaba se acercan.
-Y siempre en luna llena, ¿verdad?
-Si.
-La luna llena no os transforma. Se que lo estás
pensando. Solo os hace más sensibles a los cambios de humor. Lo que realmente
os transforma es el corazón, los latidos. Cuanto más rápidos son, más se
calienta la sangre y más rápido se hace la mutación.
-¿Eres una mujer pantera? – Interrumpió a su
abuela en seco.
-No. También afecta a los varones solamente.
-Pero, ¿también teníais esa lucha contra los
licántropos?
-Si. Siempre ha existido. Todo se remonta a los
orígenes de nuestras especies. Era un origen común pero por cosas del destino
las mutaciones cambiaron. Los hombres luchan por dominar la supremacía sin
saber qué especie era la original y las mujeres estamos siempre en medio.
-¿Pero cómo acabaste con el abuelo?
-Me salvó la vida aun sabiendo que era de la
especie rival. Ahí surgió el amor. Su familia me aceptó y la mía me desheredó.
-Tengo mucho que asimilar.
-Tranquilo.
Después de estas respuestas, la tranquilidad
comenzaba a inundar la mente de Linki. Se sentía más tranquilo, más relajado y
algo extraño. Todos sus sentidos se desarrollaban y salir al mundo real ya no
sería lo mismo. Olores nuevos, sonidos nuevos… enemigos nuevos.
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Recuerdos de un Ánima 60
miércoles, 22 de agosto de 2012
NO CREO EN LA AMISTAD
Bienestar, alegría.
Risas, compañía.
Comienzo espectacular,
feliz.
Vida perfecta, sin
desliz.
Conoces a gente y,
Aunque desconfías, das
una oportunidad.
En silencio observas,
Quieres ver todo con más
claridad.
Cuando admites a esas personas,
Dejas que entren en tu
escudo.
Te fías de ellos,
Les compartes tu mundo.
Fiestas, bebida, risas,
secretos.
Les confías todo.
Y esperas que ellos,
No te vean como un ogro.
Pasa el tiempo,
Conoces el amor,
Aún así sigues con
ellos,
Y les ofreces tu
corazón.
Pero lo pisotean
vilmente.
Pasan de ti, de
llamarte, de invitarte.
Solo te quieren por
interés.
Solo quieren utilizarte.
Pero no solo te utilizan
tus amigos,
Sino otros a tus padres,
hermanos,
Marido, novio.
Sumiendo tu vida en un
caos.
Te fías de la gente,
Y te apuñalan por la
espalda.
La vida es triste.
Pero ya estoy resignada.
Comprobado tengo,
Que no existen los
amigos.
Aunque te lleves bien
con personas.
Serán solo conocidos.
Te llegarán muchos
Con piel de cordero.
Pero en el fondo sabes
que es el lobo,
Que intenta lavarte el
cerebro.
Pienso, y le doy
vueltas.
Conclusión final.
Solo la familia es
fiable, y aunque te de disgustos,
Siempre ahí estará.
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Recuerdos de un Ánima 59
sábado, 18 de agosto de 2012
No era un sueño ni una pesadilla.
Tampoco lo fue en el baile. Era real, eran monstruos, seres cambiantes. La
furia dominaba su cuerpo, la memoria le fallaba en ese estado y no se acordaba
de lo que había hecho en algunos momentos. La calidez de su cuerpo crecía y las
ganas de aniquilar aumentaban. Su cabeza era un bombardeo constante, tenía que
salir de ahí. Impulsado por sus patas traseras, Linki echó a correr en
dirección a su casa. Algo que en treinta minutos conseguía, en ese momento
llegó en dos minutos y medio.
Por suerte la ventana de su
habitación estaba abierta. Dio un salto y se introdujo dentro de la sala sin
hacer el menor ruido. Estaba asustado y no conseguía calmarse. El corazón le
latía con mucha fuerza y el pecho le dolía de una manera exagerada.
“Tengo que calmarme” pensó.
A su cabeza llegaron, sin previo
aviso, las palabras que le había dicho su abuela esa tarde.
-Esta noche tan especial para ti.
“¿Qué quería decir con eso?”
Ella sabía algo, estaba convencido.
Si lograba hablar con ella podría arreglarse este desastre, le podría explicar
todo eso. Solo pensaba en poder entender la situación. Mirando a la luna
pensaba en todo aquello y en la serenidad que aquella anciana mujer le
proporcionaba, la confianza y el calor de una protección experimentada. Poco a poco los latidos de su corazón
disminuían y el pelaje comenzaba a desaparecer dejando tras de sí una brillante
piel sedosa y fuerte. Aunque parecía increíble, tenía la ropa intacta a pesar
de la dolorosa transformación. Sacó las gafas del bolsillo de la camisa para
ponérselas pero advirtió que con ellas no veía. ¿Vista curada? Sudaba, no sabía
si de los nervios o de la propia transformación pero notaba cambios en su
organismo. Músculos mejor formados y definidos, mayor agilidad y una vista,
oído y olfato más desarrollados. ¿Serían verdad todas las leyendas de los
hombres lobos?
-Buenos días cariño. -La voz de su
abuelo lo despertó.
-Buenos días – contestó medio
bostezando.
-Te traigo el desayuno – y se sentó
en la cama dejando la bandejita en la mesilla de noche.
-Huele muy bien – Linki se incorporó
dejando sitio a la amable anciana para que se sentara mejor.
-¿Qué tal te lo pasaste anoche? –
preguntó su abuela.
-Mmm, bien abuela – no sabía si
debía contárselo o no.
-¿Bebiste? – formuló esa pregunta
mirando el desorden de la habitación.
-Si, pero no es lo que tú te crees.-
Linki estaba avergonzado de que su abuela pudiera pensar que se emborrachó.
-Es hora de desayunar. Cómete todo
hijo que me tienes que llevar al centro comercial a comprar y con esos músculos
tan fuertes que tienes me servirás de mucha ayuda. Por cierto, ¿desde cuando
haces ejercicio? – aunque era una mujer muy cariñosa y dedicada a su familia,
lo estaba poniendo nervioso con tanto interrogatorio.
-Ya sabes que no me gusta el deporte
abuela – y se llevó una magdalena a la boca. A su abuela no le gustaba que sus
nietos hablaran con la boca llena. De ese modo no le haría más preguntas.
-Muy bien. Date prisa, hijo. Te
espero abajo. – Y una vez en la puerta, justo antes de cerrarla añadió – Y no
te acerques a la plata.
-¿Qué? – Linkshandige no entendía
a qué se refería su abuela. Siempre había sido un chico muy sano. Cogió los
cubiertos para cortar las tortitas pero un intenso dolor hizo que los soltara
de golpe. Se miró las manos y vio unas quemaduras que se curaron al instante. A
eso se refería su abuela. Tenía razón. Sabía la verdad.
Publicado por Esmeralda Dareka en 1:47 0 comentarios
Colección lobos/perros
miércoles, 15 de agosto de 2012
Publicado por Esmeralda Dareka en 17:45 0 comentarios
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