Sueños de Plata 6
Pasaron pocos días de la muerte de mi padre y su posterior incineración.
Seguíamos instalados en aquella mansión, a la espera de recibir suficiente
alimento para poder emprender la marcha de vuelta a casa, una marcha que me
aterraba.
Las comidas y las cenas se volvían alegres y chistosas para los hombres del
grupo, contentos de eliminar al último lobo que amenazaba las dos aldeas, a un
pobre hombre, a mi parecer. Seguía furiosa, pero más sosegada. Sabía que la ira
me podía cegar, así que, poco a poco, tranquilamente, tramaría mi venganza.
-Buenas noches a todos – comenzaron a despedirse los hombres antes de irse
a dormir.
-Buenas noches Luna – me deseó el Conde, pero hice oídos sordos. No había
abierto la boca desde que mataron a mi padre. No había mostrado ningún
sentimiento hacia nadie. Me había convertido en la mujer de hielo a pesar de
tener el corazón a cien.
Varus me ponía nerviosa. Andaba siempre mirándome, extrañado y a la vez
maravillado, no sé de que. Era un hombre muy extraño, aunque lo mismo le debía
parecer yo. Dormir me resultaba algo dificil. Mi cabeza daba vueltas y no
conseguía descansar. No podía, pero aun así, aquella noche me dormí. Soñé algo
muy raro. Estaba en el bosque y me movía a una velocidad increíble. Cazaba
animales y bebía en el lago. Según el reflejo del agua, veía a través de los
ojos de un lobo blanco como la nieve. Era precioso y ágil. Sus movimientos
resultaban majestuosos y sus sentidos espectacularmente desarrollados. Ver a
través del animal era como volar libre, sin ataduras ni preocupaciones. Corría,
saltaba y se arrastraba. Solo se paró una vez, al toparse con una gran muralla
de metal. Estaba frente a la mansión de Varus.
Las voces de los cazadores me despertaron a la mañana siguiente,
interrumpiendo aquel placentero sueño.
-¿Se puede saber que pasa? – si ya estaba irascible, cuando me despertaban
tan bruscamente, más todavía.
-Hay otro lobo rondando la zona – me contestó el Conde Varus.
-¿Como? Ya asesinasteis al último.
-Mira – y me mostró el collar de aquel cazador. Había una cuenta brillante.
– Esta noche arrasó con mis animales. Los devoró dejando seca mi reserva.
-Pero si no estamos en luna llena.
-Ya lo se – el conde seguía confuso – de lo que estoy seguro es de un
cambiaformas, si nó el collar no brillaría. Las huellas son de lobo y humano,
con lo cual tiene que ser un licántropo, pero lo que no entiendo es como se ha
podido cambiar sin luna llena, y lo más preocupante, como ha podido traspasar
las verjas en forma lobuna si tengo la mansión forrada de plata. Tendría que
haberle obligado a trasformarse en humano.
-Este animal es mucho peor que el anterior – comenzaron a decir.
-Más fuerte – decía otro.
Todo aquello me dejó desconcertada y pensativa, muy pensativa. ¿Quién sería
aquel animal? Y si no tuvo que cambiar de forma al entrar allí, yo no estaba a
salvo con mi daga.
-¿Te pasa algo? – me preguntó Varus al ver mi cara de preocupación.
-No, me voy a desayunar – lo dejé mirándome, mientras los demás cazadores
discutían.
Mientras desayunaba, sola en la mesa, me quedé pensando en todo lo que me
dijeron y de repente, me acordé del sueño. ¿Casualidad? ¿Era solo un sueño o
podía ver a través de los ojos de la bestia? Seguro que si revelaba aquello, me
obligarían a ayudarles a cazar a esa pobre bestia, igual que hicieron con mi padre. No lo iba a
permitir.
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