LAZOS DE SANGRE 13
La chica de la que siempre había
estado enamorado le había traicionado, su abuela podía rejuvenecer sesenta años
y convertirse en un licántropo y dependía de él la supervivencia de sus seres
queridos y de sus amigos. Unas vacaciones perfectas excepto por el detalle del
estrés.
-Después de esto me iré a la playa
una semana – comentaba en tono sarcástico uno de sus amigos.
-Yo a un balneario. Masajes y aguas
termales…
-Yo no saldré de la cama en días.
Cada uno comentaba lo que le
gustaría hacer para descansar pero sabían que las posibilidades de que salieran
con vida de ahí eran bajas. Aún así tenían fe en Linki pero él no tenía fe en
nadie. Estaba bastante preocupado por las decisiones que tenía que tomar y por
la fe ciega que le profesaban sus amigos. Aún se sentía culpable del incidente
con Adrián. Aunque ya estaba mejor, el chico seguía en la cama.
-No te preocupes – le dijo un día a
Linki. – Tenías razón en todo lo que me dijiste. La venganza me estaba cegando.
-Pero por mi culpa atacaron a varios
de la manada, bajasteis la guardia por mí.
-Pero ninguno perdió la vida. Si
hubiéramos seguido con mi plan, podríamos haber muerto todos.
Conversaciones en su cabeza, ideas
revoloteando y recuerdos… Decidiera lo
que decidiera tenía que ser firme en su posición y mantener la cabeza bien
alta. Ahora era el líder de la manada.
-¿Qué has decidido? – preguntaron
los chicos a Linki cuando este apareció por la puerta del jardín de Adrián. Esa
casa se había convertido en el punto de reunión.
-Voy a mandarle un mensaje a Jason.
-¿Qué?
-¿Estás loco?
-No. Vamos a enfrentarlos de cara y
a acabar de una vez por todas con esta tontería.
-¿Qué piensas hacer?
-Darles un ultimátum. O se unen a
nosotros o que acepten su destino.
-No serán tan idiotas.
-Nos odian.
Todos hablaban a la vez y nadie se
aclaraba.
-Esta es mi decisión. No hace falta
que participéis. Lo haré solo.
-No. Somos un equipo, lo haremos
todos.
-Si.
-De acuerdo. Esta noche, a las doce
en el desierto. Os quiero a todos puntuales y transformados.
-Allí estaremos.
Cuando llegó a casa le contó el plan
a su abuela. Estaba de acuerdo con lo de intentar unir a las dos razas y acabar
de una vez con la guerra pero también desconfiaba. Aquella idea era una utopía.
-Quiero que estés con la manada.
Necesitarán tu ayuda y tu protección. Yo acudiré más tarde.
-No quiero dejarte solo, hijito.
-No te preocupes, estaré bien.
Tenéis que estar transformados.
-De acuerdo, pero mantente en
contacto.
-Tranquila. Tendremos que estar
preparados para lo peor.
Las horas pasaron y la medianoche se
les echó encima. El desierto estaba como su propio nombre indica, desierto. El
silencio era sepulcral. Todos intentaban escuchar y percibir el más mínimo
ruido para estar alerta. Enseguida percibieron a los panteras. Llegaron
tranquilamente y se detuvieron enfrente de ellos, mirándolos como si también
estuvieran alerta. Las dos manadas se miraban. Solo faltaba Linki.
-Perfecto, ya habéis llegado. – La
voz de Linki salio de detrás de unos árboles secos dirigiéndose a los felinos.
-¿Qué quieres? – Jason había vuelto
a su fase humana para poder hablar con él.
-Quiero acabar con esta guerra.
-Estás loco.
-¿Por qué? Es algo inútil.
¿Supremacía? Quedárosla.
Los murmullos de los dos lados se
intensificaban.
-No seas idiota. ¿Os vais a rajar?
-Pero eres idiota. Estoy intentando
parar algo que se comenzó no se porqué.
Y dejad el orgullo a un lado.
-No es orgullo, es selección
natural.
La conversación bajaba el tono y los
ataques comenzaron. Garras y aullidos, rugidos, dolor… aquello comenzó a
convertirse en una carnicería. Había panteras que no estaban muy decididos a
pelear pero tenían más miedo de su líder que de los propios lobos. Las bajas
eran significativas. Animales inconscientes en el suelo, algunos ya en fase
humana. Bajas en los dos bandos, ya quedaban pocos en pie, y los panteras iban
ganando. Linki estaba exhausto, luchando por su vida y a la vez por la de los demás. Con tres
panteras encima de él le resultaba difícil conseguir escapar. Ya estaba en el
suelo, cansado y sin ganas de luchar, mirando como Jason se acercaba a él
decidido a acabar con su vida. Justo cuando le iba a dar el zarpazo que le
dejaría en el sueño eterno, el lobo blanco se abalanzó sobre la pantera
haciendo que los que sujetaban a Linki lo soltaran y fueran a por su abuela.
El silencio reinó de repente. La
lucha paró, los animales dejaron de pelear y se transformaron en humanos. Eso
solo quería decir una cosa, que el líder había muerto. Revisaron los cadáveres
y vieron a Jason muerto y el cuerpo inerte a su lado de una ancianita.
-¡No! – Linki vio a su abuela muerta
en el suelo. Le había salvado la vida y había conseguido acabar con la guerra,
pero a un alto precio.
Sin dar parte a las autoridades, las
familias recogieron los cuerpos y los enterraron en ceremonias familiares.
-Nos vamos de aquí. – Los panteras
decidieron que Linkshandige
tenía razón. Tampoco veían lógica en esa guerra pero tampoco querían unirse a
los lobos. Solo vivir en paz y lo más fácil era comenzar de nuevo sus vidas
alejados unos de otros.
-Ya se ha acabado todo – comentó Adrián cuando
se pudo levantar de la cama. – Estoy muy orgulloso de vosotros, y de ti Linki.
-Gracias. Y me alegro de que te hayas
recuperado. Tienes que guiar a estos chicos.
-Tú eres el alfa Linki.
-Yo me voy de aquí.
-¿Qué? – preguntaron todos sorprendidos.
-Me vuelvo a Holanda. Este lugar me trae
recuerdos bastante malos.
-Tienes razón. Hemos sufrido una gran pérdida.
-Si, sin tu abuela no habríamos ganado.
-Cuídate tío.
Despedidas y abrazos. Al final cada uno había
aceptado su naturaleza pero a costa de mucho dolor. Siempre estarían unidos,
como una familia, pero ya era hora de salir del nido.
FIN
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