Recuerdos de un Ánima 65

martes, 4 de septiembre de 2012



LAZOS DE SANGRE 10

Muertes y sangre, mucha sangre. Primera batalla ganada, pero aún tenían que ganar la guerra. Lobos heridos pero ninguno muerto, la manada estaba completa. Aquel misterioso lobo blanco que le había salvado la vida, había ingresado en la manada y su ayuda era crucial. Y esos ojos…

Un poco dolorido pero recuperado, Linkshandige se levantó de la cama y bajó a desayunar. Su abuela, contenta de la actuación de su nieto, le preparó su desayuno preferido, tostadas con tomate y jamón, zumo de melocotón y un vaso de leche.
-Tienes que recuperar fuerzas – añadió mientras se lo preparaba.
Una vez acabado el desayuno se sentó en el sofá para ver un poco la televisión y desconectar su mente. Necesitaba descansar de todo aquel jaleo psíquico. Mientras salían anuncios, buscó algo que leer en el revistero y encontró su anuario. En él salían las fotos de todos los alumnos de la universidad. Revisaba las fotos sin buscar nada en particular hasta que dio con algo que le volvió a recordar la noche anterior. Carla, esa chica tan guapa de Educación Física, sus ojos, eran iguales que los de aquel lobo blanco, tan esbelto y elegante para ser un macho. Pero no encajaba. De ser algo, tenía que ser una pantera aunque no estuvieran activos sus genes. Tenía que hablar con ella.

Din, don

El timbre interrumpió sus pensamientos.
-Hola Linki. – Era Carla.
-Carla… ¿Qué haces aquí?
-Creo que tenemos que hablar…
Entraron en el salón. Estaban solos, no había nadie en la casa.
-Tú dirás.
-No sigáis con esta guerra por favor.
-No tengo elección. Tengo que seguir a…
-No, no tienes. Puedes romper el vínculo Linki. Puedes convertirte en un alfa.
-No. Adrián es una buena persona, solo necesita ayuda. Tú misma lo viste.
-¿Qué? – Carla no entendía a lo que se refería.
-No disimules más, se tu secreto. Tú eres el lobo que me salvó ayer.
-Oh – estaba sorprendida, como si no esperara que nadie lo descubriera. Se recuperó de la impresión y habló – ya, veo que lo has descubierto.
-Lo que no entiendo el porqué, si tu primo es un pantera.
-Pues la verdad, la familia de mi madre pertenece al linaje licántropo y yo poseía los dos genes pasivos. Una noche, cuando la luna se encontraba a mitad, mi primo y yo nos quedamos a dormir en casa de nuestra abuela. Estábamos jugando y me hizo daño. Fue sin querer, pero me hizo sangrar. El perro del vecino estaba ladrando al camión de la basura que pasaba en ese momento y la mezcla de sus ladridos y el dolor que sentía me cabrearon muchísimo. Me abalancé contra él y comencé a arañarle hasta que mi furia llegó a tal extremo que canalicé los ladridos de ese perro eligiendo su familia para ganar ventaja sobre mi primo, y me convertí en un lobo. Fue algo de lo que me avergüenzo ya que él no me quería hacer daño y solo lo utilizo para ayudarle. Por eso no quiero que sigáis con la guerra.
-Pero te has unido a la manada…
-Porque tampoco quiero que tú mueras, Linki, pero no me hagáis elegir entre mi familia o vosotros, porque las consecuencias no pueden ser buenas.
-Lo pensaré, te lo prometo.
-Gracias. Y ahora descansa.
-Tú también, Carla. Por cierto, ¿como es que tú ya te has recuperado?
-Las mujeres tienen una regeneración celular más rápida que los hombres – sonrió y se fue.

La conversación con Carla le había hecho pensar. La chica de sus sueños se había acercado a él, habían estado en la misma habitación y habían mantenido una conversación sin interrupciones. Le había salvado la vida y él se lo tenía que agradecer. Su cabeza le decía que no, que tenía que ayudar a Adrián, pero su corazón decía lo contrario.

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