LAZOS DE SANGRE 10
Muertes y sangre, mucha sangre.
Primera batalla ganada, pero aún tenían que ganar la guerra. Lobos heridos pero
ninguno muerto, la manada estaba completa. Aquel misterioso lobo blanco que le
había salvado la vida, había ingresado en la manada y su ayuda era crucial. Y
esos ojos…
Un poco dolorido pero recuperado, Linkshandige se levantó
de la cama y bajó a desayunar. Su abuela, contenta de la actuación de su nieto,
le preparó su desayuno preferido, tostadas con tomate y jamón, zumo de
melocotón y un vaso de leche.
-Tienes que recuperar fuerzas – añadió mientras
se lo preparaba.
Una vez acabado el desayuno se sentó en el sofá
para ver un poco la televisión y desconectar su mente. Necesitaba descansar de
todo aquel jaleo psíquico. Mientras salían anuncios, buscó algo que leer en el
revistero y encontró su anuario. En él salían las fotos de todos los alumnos de
la universidad. Revisaba las fotos sin buscar nada en particular hasta que dio
con algo que le volvió a recordar la noche anterior. Carla, esa chica tan guapa
de Educación Física, sus ojos, eran iguales que los de aquel lobo blanco, tan
esbelto y elegante para ser un macho. Pero no encajaba. De ser algo, tenía que
ser una pantera aunque no estuvieran activos sus genes. Tenía que hablar con
ella.
Din, don…
El timbre interrumpió sus pensamientos.
-Hola Linki. – Era Carla.
-Carla… ¿Qué haces aquí?
-Creo que tenemos que hablar…
Entraron en el salón. Estaban solos, no había
nadie en la casa.
-Tú dirás.
-No sigáis con esta guerra por favor.
-No tengo elección. Tengo que seguir a…
-No, no tienes. Puedes romper el vínculo Linki.
Puedes convertirte en un alfa.
-No. Adrián es una buena persona, solo necesita
ayuda. Tú misma lo viste.
-¿Qué? – Carla no entendía a lo que se refería.
-No disimules más, se tu secreto. Tú eres el
lobo que me salvó ayer.
-Oh – estaba sorprendida, como si no esperara
que nadie lo descubriera. Se recuperó de la impresión y habló – ya, veo que lo
has descubierto.
-Lo que no entiendo el porqué, si tu primo es un
pantera.
-Pues la verdad, la familia de mi madre
pertenece al linaje licántropo y yo poseía los dos genes pasivos. Una noche,
cuando la luna se encontraba a mitad, mi primo y yo nos quedamos a dormir en
casa de nuestra abuela. Estábamos jugando y me hizo daño. Fue sin querer, pero
me hizo sangrar. El perro del vecino estaba ladrando al camión de la basura que
pasaba en ese momento y la mezcla de sus ladridos y el dolor que sentía me
cabrearon muchísimo. Me abalancé contra él y comencé a arañarle hasta que mi
furia llegó a tal extremo que canalicé los ladridos de ese perro eligiendo su
familia para ganar ventaja sobre mi primo, y me convertí en un lobo. Fue algo
de lo que me avergüenzo ya que él no me quería hacer daño y solo lo utilizo
para ayudarle. Por eso no quiero que sigáis con la guerra.
-Pero te has unido a la manada…
-Porque tampoco quiero que tú mueras, Linki,
pero no me hagáis elegir entre mi familia o vosotros, porque las consecuencias
no pueden ser buenas.
-Lo pensaré, te lo prometo.
-Gracias. Y ahora descansa.
-Tú también, Carla. Por cierto, ¿como es que tú
ya te has recuperado?
-Las mujeres tienen una regeneración celular más
rápida que los hombres – sonrió y se fue.
La conversación con Carla le había hecho pensar.
La chica de sus sueños se había acercado a él, habían estado en la misma
habitación y habían mantenido una conversación sin interrupciones. Le había
salvado la vida y él se lo tenía que agradecer. Su cabeza le decía que no, que
tenía que ayudar a Adrián, pero su corazón decía lo contrario.
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