Recuerdos de un Ánima 71

jueves, 27 de septiembre de 2012



Caretas 2

La mayoría de las personas que había en la playa eran jóvenes disfrutando de sus finales de carrera y del verano en general. Eso era algo desconocido para mi ya que siempre he pasado los veranos con mi familia o mi ex.
-Perdone, ¿me deja pasar? – escuché que alguien me preguntaba en inglés a mi espalda.
-Si, claro – contesté yo en el mismo idioma. Me fijé en el sujeto en cuestión y era un joven musculoso, de pelo corto y moreno, ojos marrones y piel clarita. Llevaba en la mano ese calzado que usa la gente para bucear y unas gafas con el tubito para respirar.
-Me llamo Antonio – escuche que me decía aún en inglés tendiéndome la mano. Antonio… ese nombre no tiene nada de extranjero.
-Ana María, encantada.
-Vaya, veo que hemos estado utilizando inútilmente el inglés. – bromeó ahora en castellano.
-Si, no se sabe de qué nacionalidad puede ser la gente que hay en esta isla.
-¿Cuánto tiempo vas a estar de vacaciones?
-Una o dos semanas, no lo se. He venido… - iba a decir con mis padres, pero me propuse ser otra persona, alguien… diferente, impulsiva y nada previsora – a pasar unos días, relajarme y dejarme llevar.
-Eso está bien. Ahora voy a bucear un rato pero luego si quieres podemos tomar algo en el bar de hotel, ¿te parece?
-Estupendo.
-¿A las ocho?
-Allí estaré – había quedado con un chico, increíble. Subí corriendo a mi habitación y miré en las maletas algo para ponerme, pero no tenía vestidos. No tenía ganas de salir con nadie pero… no se, había decidido cambiar a última hora. Tenía que salir al centro urbano de la isla. Necesitaba un vestido y solamente tenía dos horas.

No me convencía ninguno. Demasiado brillantes, demasiado serios, demasiado informales… pero al final di con uno que era… carísimo.
-Oh, no.
Bueno, si hacia el truco de ponérmelo sin quitar la etiqueta al día siguiente lo tendría que devolver. El plan podría resultar perfecto, o un caos. Tenía que probar. La nueva Ana tenía una cita y quería estar deslumbrante.

Recuerdos de un Ánima 70

lunes, 24 de septiembre de 2012



Caretas

Cuando conocemos a alguien ya formamos una primera impresión de él con la desconfianza de que esa persona puede llevar una careta puesta, fingir lo que no es. Lo que no sospechamos es que hasta la gente en la que más confías, tus padres, tus hermanos, tus hijos, pueden llevar también una careta. El mundo está lleno de mentirosos, pero no imaginamos como de grande es la careta de algunos.
Mi historia comienza un mes de julio. Había cortado con mi novio tras diez años de relación. Según él yo era demasiado aburrida, planificadora. Yo quería casarme pero él quería seguir saliendo de fiesta. Estaba desolada. Vivíamos juntos en una casa que yo había comprado. Mi familia siempre había tenido dinero de modo que ese tema no me preocupaba.

-Cariño, ¿estás bien? - me preguntó mi padre desde su asiento en el avión a mi lado.
-Sí papá, no te preocupes.
-Déjala, Juan. Ya sabes que ha accedido a venir con nosotros porqué no tiene a nadie más con quién ir.
-¡Mamá! – a mi madre le aterraban los aviones y para poder viajar en ellos bebía. Pero cuando bebía se volvía… bueno, ya lo habéis visto.
-Ángela, nuestra hija ha terminado una relación, deja que se anime un poco.
-Bueno, bueno. Si en las islas Palmyra va a olvidarse de ese capullo de Pedro, le apoyaré en todo.

Así era mi familia, unos soles, pero se metían con cualquiera a la mínima oportunidad. Había decidido irme de vacaciones con mis padres. Todos los veranos elegían un lugar exótico y este año quería probar yo también. Como mi madre había dicho, yo era planificadora y previsible. Eso era lo que quería cambiar. De modo que dejé las maletas en la habitación, sin deshacerlas y bajé a la playa con el abrigo todavía puesto. No iba a planear nada, solo a esperar. Las sorpresas siempre vienen solas, y eso era lo que quería.

Recuerdos de un Ánima 69

sábado, 22 de septiembre de 2012



A mi yaya
Yaya de mi vida
Yaya de mi corazón
Eres mi alegría
Y todo mi amor.

Tuviste a mi tío
Y también a mi padre,
Con tu sudor y tu esfuerzo
Saliste adelante.

No te rindas, yaya mía,
Que tienes mi cariño,
También tienes el de David y Mapi
Y el de Nacho el torbellino.

No te olvides de Azuara,
De tus paseos y los míos.
No te olvides del tío Antonio,
Que era un buen familiar y amigo.

Yo me lo pasaba muy bien
Cuando nos contabas historias frente al fuego.
¡Qué traviesa que eras!
¡Y qué bien te lo pasabas en tus juegos!

Buenas ideas que tuviste.
Buenas ideas que tuvo mi padre.
Buenas ideas que tiene mi hermana,
¡Menos mal que no  las tuvo mi madre!

Me divierto mucho
Al oír tus travesuras
Y yo las estoy soñando
Como si fueran mis aventuras.

Me divierto mucho
Cuando estoy contigo,
Ya que eres mi abuela
Y mi amiga a la vez.

Yo me acuerdo de la siba
Que era casi toda tu vida.
Más que una perra era: mi niñera y nuestra amiga.
Era toda nuestra alegría.

¡Cuánto me quería!
¡Cuánto te quería!
¡Cuánto nos adoraba!
¡Cuánto nos defendía!

Y con esta estrofa
Me despido con el corazón.
Sigue dando tu cariño
Y tu amor.

Colección gatos

jueves, 20 de septiembre de 2012










Colección Lobos

miércoles, 12 de septiembre de 2012























Recuerdos de un Ánima 68



LAZOS DE SANGRE 13

La chica de la que siempre había estado enamorado le había traicionado, su abuela podía rejuvenecer sesenta años y convertirse en un licántropo y dependía de él la supervivencia de sus seres queridos y de sus amigos. Unas vacaciones perfectas excepto por el detalle del estrés.
-Después de esto me iré a la playa una semana – comentaba en tono sarcástico uno de sus amigos.
-Yo a un balneario. Masajes y aguas termales…
-Yo no saldré de la cama en días.
Cada uno comentaba lo que le gustaría hacer para descansar pero sabían que las posibilidades de que salieran con vida de ahí eran bajas. Aún así tenían fe en Linki pero él no tenía fe en nadie. Estaba bastante preocupado por las decisiones que tenía que tomar y por la fe ciega que le profesaban sus amigos. Aún se sentía culpable del incidente con Adrián. Aunque ya estaba mejor, el chico seguía en la cama.
-No te preocupes – le dijo un día a Linki. – Tenías razón en todo lo que me dijiste. La venganza me estaba cegando.
-Pero por mi culpa atacaron a varios de la manada, bajasteis la guardia por mí.
-Pero ninguno perdió la vida. Si hubiéramos seguido con mi plan, podríamos haber muerto todos.

Conversaciones en su cabeza, ideas revoloteando y  recuerdos… Decidiera lo que decidiera tenía que ser firme en su posición y mantener la cabeza bien alta. Ahora era el líder de la manada.
-¿Qué has decidido? – preguntaron los chicos a Linki cuando este apareció por la puerta del jardín de Adrián. Esa casa se había convertido en el punto de reunión.
-Voy a mandarle un mensaje a Jason.
-¿Qué?
-¿Estás loco?
-No. Vamos a enfrentarlos de cara y a acabar de una vez por todas con esta tontería.
-¿Qué piensas hacer?
-Darles un ultimátum. O se unen a nosotros o que acepten su destino.
-No serán tan idiotas.
-Nos odian.
Todos hablaban a la vez y nadie se aclaraba.
-Esta es mi decisión. No hace falta que participéis. Lo haré solo.
-No. Somos un equipo, lo haremos todos.
-Si.
-De acuerdo. Esta noche, a las doce en el desierto. Os quiero a todos puntuales y transformados.
-Allí estaremos.

Cuando llegó a casa le contó el plan a su abuela. Estaba de acuerdo con lo de intentar unir a las dos razas y acabar de una vez con la guerra pero también desconfiaba. Aquella idea era una utopía.
-Quiero que estés con la manada. Necesitarán tu ayuda y tu protección. Yo acudiré más tarde.
-No quiero dejarte solo, hijito.
-No te preocupes, estaré bien. Tenéis que estar transformados.
-De acuerdo, pero mantente en contacto.
-Tranquila. Tendremos que estar preparados para lo peor.

Las horas pasaron y la medianoche se les echó encima. El desierto estaba como su propio nombre indica, desierto. El silencio era sepulcral. Todos intentaban escuchar y percibir el más mínimo ruido para estar alerta. Enseguida percibieron a los panteras. Llegaron tranquilamente y se detuvieron enfrente de ellos, mirándolos como si también estuvieran alerta. Las dos manadas se miraban. Solo faltaba Linki.
-Perfecto, ya habéis llegado. – La voz de Linki salio de detrás de unos árboles secos dirigiéndose a los felinos.
-¿Qué quieres? – Jason había vuelto a su fase humana para poder hablar con él.
-Quiero acabar con esta guerra.
-Estás loco.
-¿Por qué? Es algo inútil. ¿Supremacía? Quedárosla.
Los murmullos de los dos lados se intensificaban.
-No seas idiota. ¿Os vais a rajar?
-Pero eres idiota. Estoy intentando parar  algo que se comenzó no se porqué. Y dejad el orgullo a un lado.
-No es orgullo, es selección natural.

La conversación bajaba el tono y los ataques comenzaron. Garras y aullidos, rugidos, dolor… aquello comenzó a convertirse en una carnicería. Había panteras que no estaban muy decididos a pelear pero tenían más miedo de su líder que de los propios lobos. Las bajas eran significativas. Animales inconscientes en el suelo, algunos ya en fase humana. Bajas en los dos bandos, ya quedaban pocos en pie, y los panteras iban ganando. Linki estaba exhausto, luchando por su vida y  a la vez por la de los demás. Con tres panteras encima de él le resultaba difícil conseguir escapar. Ya estaba en el suelo, cansado y sin ganas de luchar, mirando como Jason se acercaba a él decidido a acabar con su vida. Justo cuando le iba a dar el zarpazo que le dejaría en el sueño eterno, el lobo blanco se abalanzó sobre la pantera haciendo que los que sujetaban a Linki lo soltaran y fueran a por su abuela.

El silencio reinó de repente. La lucha paró, los animales dejaron de pelear y se transformaron en humanos. Eso solo quería decir una cosa, que el líder había muerto. Revisaron los cadáveres y vieron a Jason muerto y el cuerpo inerte a su lado de una ancianita.
-¡No! – Linki vio a su abuela muerta en el suelo. Le había salvado la vida y había conseguido acabar con la guerra, pero a un alto precio.
Sin dar parte a las autoridades, las familias recogieron los cuerpos y los enterraron en ceremonias familiares.
-Nos vamos de aquí. – Los panteras decidieron que Linkshandige tenía razón. Tampoco veían lógica en esa guerra pero tampoco querían unirse a los lobos. Solo vivir en paz y lo más fácil era comenzar de nuevo sus vidas alejados unos de otros.
-Ya se ha acabado todo – comentó Adrián cuando se pudo levantar de la cama. – Estoy muy orgulloso de vosotros, y de ti Linki.
-Gracias. Y me alegro de que te hayas recuperado. Tienes que guiar a estos chicos.
-Tú eres el alfa Linki.
-Yo me voy de aquí.
-¿Qué? – preguntaron todos sorprendidos.
-Me vuelvo a Holanda. Este lugar me trae recuerdos bastante malos.
-Tienes razón. Hemos sufrido una gran pérdida.
-Si, sin tu abuela no habríamos ganado.
-Cuídate tío.

Despedidas y abrazos. Al final cada uno había aceptado su naturaleza pero a costa de mucho dolor. Siempre estarían unidos, como una familia, pero ya era hora de salir del nido.

FIN

Colección Liga de las Leyendas

lunes, 10 de septiembre de 2012




















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