ESMERALDA 2
La Reina la miró con su mirada
asesina y el tono de voz era bastante amenazador. Una angustia recorría el
cuerpo de la joven empleada, la misma angustia que llevaba sintiendo varias
horas desde que salieron a pasear el Príncipe y la
Reina. Y pasaron más horas hasta que
anocheció y la corte decidió descansar en sus cómodos aposentos.
-Es hora de dormir Lucifer.
Esmeralda siempre hablaba con los
caballos, eran los únicos seres vivos cercanos a ella con los que podía
relacionarse. Lucifer era un caballo bastante arisco con los humanos y que
nunca había sido montado, pero con ella mantenía una relación especial. Su
pelaje tenía el color del carbón y brillaba como destellos de luz en un día
soleado.
La noche se volvió tranquila, los
grillos cantaban como todas las noches y el castillo dormía placenteramente.
Todo era silencio hasta que el chasquido de una ramita despertó a Esmeralda.
-¿Qué ha sido eso?
El sueño se esfumó como una nube
de humo, estaba completamente despejada. Unos pasos se acercaban al establo y
Lucifer daba coces en el suelo incómodo. De repente, la puerta del establo se
abrió de golpe y los caballos relinchan asustados.
-Corre niña, huye – era la ama de
llaves.
-¿Qué pasa?
-Se ha suspendido el compromiso
de la Reina. Al
parecer el Príncipe ha quedado prendido de una hermosa joven.
-Oh no.
-La Reina quiere tu corazón así
que huye.
Sin dudarlo un segundo, Esmeralda
cogió la bolsa de víveres que le dio la anciana ama de llaves, ensilló a
Lucifer y salió a galope en dirección al Bosque Prohibido. Era peligroso pero
no tanto como quedarse en ese momento en el castillo. Tenía que huir y no sabía
a donde.
-Suerte niña.
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