ESMERALDA 3
Tras horas de largo y accidentado viaje, Esmeralda
y Lucifer consiguieron llegar a un poblado con gente y trabajadores humildes.
Estaban deshidratados y sedientos. Pocas fuerzas quedaban en sus cuerpos y el
sentido estaba a punto de abandonarles.
-Ven pequeña, te daremos algo de comer – una
anciana muy amable rescató a la pobre niña del calvario que en ese momento
estaba viviendo. La llevó a su casa y le dejó asearse, comer y descansar.
-Le agradezco mucho su generosidad.
-¿Cómo te has visto envuelta en esta situación?
-La
Reina me acusa de embrujar a su prometido y solamente nos
vimos una vez en los establos. Mandó a que me mataran.
-Pobrecita. Cuando descanses te llevaré al
monasterio para que cuiden de tí. Allí sabrán ayudarte.
-Muchas gracias.
La tarde pasó rápidamente y la noche se les echó
encima. Llegó la hora en la que Esmeralda tenía que partir al monasterio en
busca de ayuda. Su vida peligraba. Sabía que tenía a un grupo de cazadores
detrás de su corazón y necesitaba protección.
-Así que la Reina va detrás de tí – comentó un monje anciano
– no te preocupes, nosotros te esconderemos aquí hasta que el peligro pase.
-Gracias – contestó la chica haciendo una pequeña
reverencia.
-Acompáñala a sus aposentos, hermano – le ordenó a
un monje bastante más joven que él. Era rubio, de pelo corto y ojos azul cielo.
Hermoso, embriagador, hipnótico. Tenía algo en su mirada que atraía.
-Espero que estés cómoda.
-Gracias...
-David.
-Esmeralda – contestó con una sonrisa al joven, el
cual se la devolvió saliendo de la habitación.
Con la tranquilidad y el silencio que reinaba
aquella noche en el monasterio, Esmeralda consiguió conciliar el sueño, un
sueño que rápidamente se tornó pesadilla. Se encontraba cabalgando en el Bosque Prohibido, sin poder encontrar la salida, lleno de peligros y con los cazadores
pisándole los talones. Un rayo seguido de un relámpago iluminan el oscuro
bosque cegándola y haciéndola caer en el suelo. En ese instante se despierta
sobresaltada. La tormenta y el fuerte viento habían abierto de golpe la ventana
de su habitación.
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