ESMERALDA 7
El viaje fue largo pero al final llegó al bosque
infinito. El camino que pisaba estaba lleno de sangre y armaduras rotas, pero
ningún cadáver. ¿Serían los caballeros y su nuevo Rey las víctimas? No lo sabía
pero estaba dispuesta a averiguarlo. Tres horas después de entrar en el bosque
divisó un cuerpo medio escondido en unos arbustos. Se bajó de Lucifer y vio al
rey malherido y lleno de sangre.
-¿Qué ha pasado? – preguntó Esmeralda.
-Un Dragón negro con los ojos verdes igual que
los tuyos nos atacó. Tuve que hacerme el muerto para perder su atención. Los
demás caballeros se internaron bosque adentro.
-Tome, monte en mi caballo, él le llevara a
palacio.
-No puedo dejar a mis hombres.
-Yo les ayudaré.
-¿Qué va a hacer una pequeña joven contra un dragón?
– pregunto confundido y algo sarcástico el rey.
-Lo mismo que un caballero – ayudó a montar al
rey y le dio una palmada a Lucifer en el trasero para que saliera corriendo.
Con la espada del rey en una mano y su escudo en
la otra, se adentró en el bosque para ayudar a los caballeros de la corte a los
que hora después los encontró escondidos en una cueva ya cercana al castillo
oscuro.
-¿Esmeralda?¿Qué haces aquí? – preguntó el joven
que se parecía a David.
-Ayudaros. – Casi todos los caballeros menos él
se echaron a reír.
-Callaos – ordenó el chico.
-He encontrado al Rey y lo he mandado a palacio
junto con mi caballo.
-Muy valiente por tu parte. ¿Por qué has
decidido venir?
-Soy la única que ha salido con vida de ese
castillo y me lo conozco como la palma de la mano.
-Está bien, este es el plan – los caballeros
estaban asombrados de que una doncella fuera a participar en una misión tan
peligrosa como esa pero el joven doble de David la admitió así que escucharon
todos atentamente el plan.
-¿Estás seguro que de madrugada será más fácil
entrar? – Esmeralda no lo tenía claro, pero esa había sido la orden. Tendrían
que dormir hasta el alba.
-Venga, ahora todos a dormir, necesitaremos
todas nuestras fuerzas. – y una vez que se tumbaron, se dirigió a Esmeralda.-¿Te
asusté en las cuadras el primer día que nos vimos?
-No, es que… tienes la misma cara que otra
persona.
-Creo que te refieres a mi gemelo David.
-Si, exacto – Esmeralda estaba asombrada.
-¿Te hizo algo? – no puso muy buena cara.
-No, es que… Me preguntó algo y lo entendí mal
y, bueno, ya no podré llegar pura al matrimonio. – Se avergonzaba todavía de lo
ocurrido.
-Lo entiendo. No es la primera vez que pasa.
David ingresó de más joven en el monasterio. Pensábamos que quería estar en paz
y hacer el bien, pero solamente entró para poder practicar las artes oscuras
gracias a los libros de la biblioteca que poseen.
-¿Pero allí lo saben?
-No. Estoy buscando la manera de desenmascararle
pero sin que él se entere. Puede ser muy peligroso y manipularme. Los gemelos
tienen una conexión mágica entre ellos y si alguno decide usar la magia, puede
ser fatídico. Es una mala persona.
-Lo entiendo – afirmó con resignación bajando la
cabeza.
-Por cierto, soy Carlos – se presentó
tendiéndole la mano.
Hacía horas que los caballeros dormían pero
Esmeralda no podía conciliar el sueño. Sabía que ese plan no iba a funcionar,
sería un suicidio. ¿Tendrían un plan b? Puede que no pero ella si. A la mañana
siguiente cuando se levantaron, Carlos vio que Esmeralda no estaba. ¿La habrían
raptado?
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