Wolverine village 4
Los días pasaban, incluso las semanas y la vida de Cassandra en aquel castillo se iba haciendo más fácil. Había personas que la respetaban y otros la admiraban por haber tenido el coraje suficiente para haberle plantado cara al dueño de todo aquello. Aquel ser ya no se comportaba tan despiadado como antes ni aplicaba castigos corporales. Puede que tuviera miedo a que más sirvientes se sublevaran como hizo ella pero tampoco se dejaba avasallar por ese sentimiento. Tenía que seguir imponiendo normas y una conducta adecuada para que cada uno hiciera su trabajo. Solamente había un problema, la comida empezaba a escasear. Las frutas y hortalizas las podían coger de los propios huertos pero la carne no, había que salir a cazar fuera de los dominios del castillo. La maldición, o parte de ella decia, que todo aquel que saliera de los dominios del castillo sufriría en carne propia un dolor intenso y una gran agonía hasta el momento de su lenta muerte.
-Saldré yo – oyó Cassandra decir al ser que tanto la había castigado.
-Pero Darek, es muy peligroso. ¿Por qué no envias a alguien como has hecho siempre?
- Ese hombre le era desconocido a Cassandra.
-Porque siempre vuelven malheridos y mueren pronto, y no puedo perder a más gente. Yo no puedo llevar solo este castillo y si quiero vivir y romper esta puñetera maldición, necesito que todo siga adelante. Ya sabes que yo tengo más resistencia que cualquier ser humano.
-Si, pero no puedes controlarlo en tu estado. Te están haciendo pasar la prueba más dura. Comportarte como un ser humano teniendo todos los instintos de un lobo activo las 24 horas del día.
-Si no lo hago moriremos todos, y tú también.
-Como quieras, pero luego no digas que no te lo advertí. Además, hace siglos que no cazas.
Esa misma noche, después de cenar, Darek, que asi se llamaba aquel ser, salió de los dominios del castillo para traer carne suficiente para poder pasar algunos años más.
Pasaban las horas y Darek no volvía. Todo el servicio se había echado ya a dormir menos Cassandra que se encontraba alimentando la chimenea donde se encontraba el hombre que horas antes había estado hablando con Darek. Caminaba nervioso por la sala.
-¿Le puedo hacer una pregunta? – Cassandra interrumpió el silencio.
-Si, claro.
-¿Cómo es que está tan preocupado por...?
-¿Darek?
-Si. ¿Nunca le ha pegado ni le tiene miedo?
-No, es mi sobrino – le dijo al verle la cara de incomprensión que tenía Cassandra.
-Pero... ¿es humano?
-Si. ¿No te hablaron de la maldición?
-Al principio cuando llegué me comentaron algo, pero no les creí.
-Mira. Darek hace tiempo era un ser humano con un don especial. Podía convertirse en lobo a placer. Su velocidad aumentaba al igual que su fuerza y su regeneración de vida, pero tenía un inconveniente, en ese estado, su furia y ansias de matar crecía, haciendo cada vez más dificil su vuelta al estado humano. Al ser descendiente de un gran linaje de hombres lobo, se convirtió en el macho Alfa, pudiendo así dominar a los demás hombres lobo de la zona e impidiendo la transformación al lobo alfa anterior. Cada vez se hacía más poderoso y difícil de domar. Ansiaba más rapidez y fuerza en su forma humana. Una vez no pudo controlarse y masacró a toda una aldea cercana a estos lugares con tan mala suerte que asesinó a la familia de un druida que había salido en ese momento a recoger hierbas para sus mejunjes. Al llegar a la aldea, el druida vio a Darek despedazando a su hija pequeña y lo maldijo.
Cassandra estaba ensimismada escuchando la historia sin poder creerse lo que decía.
-Lo condenó a pasar toda su vida convertido en una mezcla de lobo con forma humana, viviendo en este castillo donde nadie crece ni pasa el tiempo, viendo como sus ansias por dominar todo condena a otras personas que mueren delante de sus ojos al intentar escapar de él.
-Pero… ¿y no hay forma de romper el hechizo?
-Sí. Darek tiene que abandonar su forma de ser, hacer algo por los demás, ser más altruista y ser capaz de dar su vida por alguien.
-¿Mostrar sentimientos o... querer a alguien?
-Básicamente, pero ya has podido conocerlo. En tus propias carnes está sellada la maldición.
-¿Y cómo consiguió ser alfa?
-Retando al anterior a un duelo a muerte, u obligando al otro lobo a reconocer la supremacía del que le ha retado. De esa manera puede dominar, como ya te he contado, a los demás lobos.
-¿Cómo los que hay en los alrededores del castillo?
-Si. Son parte de la manada y no pueden volver a su forma humana hasta que Darek rompa la maldición. Llevan demasiado tiempo como lobos y ya no reconocen a nadie, ni a su propio jefe. Solo piensan en matar y comer.
-¿Y quien era el anterior alfa?- hubo un momento de silencio y al rato el narrador contestó.
-Yo – se sentó en el sofá y se quedó pensativo – yo le enseñé a dominar su furia demasiado bien, hasta que se volvió en mi contra. Le tengo que agradecer que me retara, ya puedo sentir furia o dejar que se me acelere el corazón sin tener miedo a dañar a mis seres queridos.
-¿Por qué me ha contado todo eso a mi? Solo soy la que va limpiando detrás de su sobrino.
-Eres la única persona que ha tenido agallas para retarle y hacerle ver como es y lo que debe ser. Eres alguien especial Cassandra, y al fin y al cabo quiero a mi sobrino...
Un estruendo interrumpió la conversación. Darek había vuelto con un gran número de animales muertos, pero también había traído consigo una mortal herida en el abdomen. Sangraba muchísimo y no cicatrizaba. Se desmayó en el suelo ante la mirada de unos sirvientes asustados que habían acudido en pijama para ver lo que pasaba. El señor de sus vidas se moría, y con él la esperanza de poder salir de allí.
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