Recuerdos de un Ánima 53
lunes, 30 de julio de 2012
ESMERALDA 8
-Despertad todos, arriba – ordenó Carlos con
nerviosismo. No sabía donde estaba la joven. Raptada o muerta, eran las dos
opciones en las que pensaba. Era una jovencita muy dulce y tierna y este mundo
se la comería.
-¿Y la joven? – preguntó uno.
-No lo se, pero tenemos que ir en su busca,
sigamos las huellas – dijo al ver las huellas de Lucifer en la entrada de la
cueva.
Montaron en sus caballos y pusieron rumbo al
castillo oscuro. Todo era ruidos e incertidumbre en aquel bosque. Nadie en su
sano juicio había entrado en él. Tenían todos los sentidos agudizados y cada
sonido los ponía alerta.
Cabalgando sin cesar, de repente, un grupo de
seres deformes de poco tamaño los atacaron con lanzas y dagas. Eran muy rápidos
y casi imposibles de detectar. Tenían los ojos negros, sin iris y los dientes
puntiagudos.
-¡No os separéis! ¡Espalda con espalda! – esas
eran las órdenes de Carlos. Al instante las obedecieron pero ya habían perdido
a más de la mitad del grupo. Estaban acorralados, a punto de morir, cuando un
rugido proveniente del destino que perseguían hizo desaparecer a esas horribles
criaturas.
-El dragón del castillo oscuro – observó uno.
-Vamos.
Consiguieron salir del bosque tres caballeros,
Carlos y otros dos más de casi cincuenta que empezaron el viaje. A galope
llegaron al castillo oscuro del cual salían llamas por todas las ventanas.
Entraron con intención de enfrentarse al monstruo y recuperar la espada. El
interior estaba completamente destruido y desierto. El servicio había huido
asustados por tal monstruo.
Decidieron separarse para sorprender al dragón
por distintos lados pero la jugada les salió mal ya que la criatura los vio e
incineró a los otros dos caballeros. Justo cuando Carlos iba a ser destruido
por la bestia, esta se petrificó, deshaciéndose en mil pedazos al instante.
-Corre, corre, corre – Esmeralda le había
clavado la espada al dragón y ordenaba a Carlos que corriera.
-Pero…
-La guardia de la Reina nos persigue.
-¿Por qué?
-El dragón era la Reina. Huyamos y volvamos al
reino.
A galope se alejaron de aquel lugar y se
internaron de nuevo en el bosque infinito sin pensar en otra cosa que escapar
de la guardia de la malvada Reina, los jinetes espectrales. Eran los fantasmas
torturados de la antigua guardia de su marido. Muertos por traición y
condenados eternamente a sufrir un gran daño en sus espectrales carnes, se
mueven por el odio y el deseo de matar.
-Aquí estaremos a salvo – comentó Esmeralda al
adentrarse en una cueva. Dejaron los caballos arrinconados en una esquina y se
tumbaron. Tenían las ropas mojadas por
la lluvia y la piel helada.
-¿Cómo has ido tú sola a por la espada?
-Sabía que tu plan no iba a funcionar.
-¿Porqué?
Con la cabeza baja y aceptando el juicio que
Carlos haría sobre ella, le contó la verdad de su huída de ese castillo y de la
acusación de la Reina
sobre ella.
-Y por eso huí. Quiere mi corazón como trofeo.
El silencio se adueñó de la cueva.
-¿Porqué no nos contaste esto antes?
-Temía que no quisierais dar cobijo a una
traidora y me devolvierais a ese horrible lugar.
-No eres una traidora. Esa mujer estaba loca y
nadie te va a juzgar. Yo me encargaré de eso.
La noche llegó y el frío se hizo más intenso.
Esmeralda no podía dormir. Tiritaba y el dolor en sus extremidades era cada vez
más grande.
-Acércate, te daré calor.
Carlos la abrazó y en seguida dejó de temblar.
-Gracias.
Se giró para mirarle la cara y poco a poco se
fue enamorando de aquellos ojos tan brillantes. Sabía que esta vez si que
quería “conocer” a un hombre pero no quería estropear la confianza que tenía
con Carlos. Mantenían una buena relación de amistad y protección aunque ella
quería llegar a algo más. Pero él era un caballero y ella una simple sirvienta.
Algo que a Carlos no parecía importarle ya que la besó. Parecía que le estaba
leyendo el pensamiento. Más besos y más caricias hicieron que entraran en calor
más rápidamente.
-Despierta. Tenemos que regresar al castillo.
-¿Por qué tanta prisa? – Aunque había pasado una
muy buena noche con la joven, Carlos aún tenía sueño.
-Tenemos que aprovechar los rayos de luz. Los
jinetes no pueden exponerse a la luz del sol. De día caminan entre las sombras.
Se vistieron, cogieron la espada y montaron a
sus caballos para poner rumbo al castillo.
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Colección Amanecer parte 2
miércoles, 25 de julio de 2012
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Recuerdos de un Ánima 52
martes, 24 de julio de 2012
ESMERALDA 7
El viaje fue largo pero al final llegó al bosque
infinito. El camino que pisaba estaba lleno de sangre y armaduras rotas, pero
ningún cadáver. ¿Serían los caballeros y su nuevo Rey las víctimas? No lo sabía
pero estaba dispuesta a averiguarlo. Tres horas después de entrar en el bosque
divisó un cuerpo medio escondido en unos arbustos. Se bajó de Lucifer y vio al
rey malherido y lleno de sangre.
-¿Qué ha pasado? – preguntó Esmeralda.
-Un Dragón negro con los ojos verdes igual que
los tuyos nos atacó. Tuve que hacerme el muerto para perder su atención. Los
demás caballeros se internaron bosque adentro.
-Tome, monte en mi caballo, él le llevara a
palacio.
-No puedo dejar a mis hombres.
-Yo les ayudaré.
-¿Qué va a hacer una pequeña joven contra un dragón?
– pregunto confundido y algo sarcástico el rey.
-Lo mismo que un caballero – ayudó a montar al
rey y le dio una palmada a Lucifer en el trasero para que saliera corriendo.
Con la espada del rey en una mano y su escudo en
la otra, se adentró en el bosque para ayudar a los caballeros de la corte a los
que hora después los encontró escondidos en una cueva ya cercana al castillo
oscuro.
-¿Esmeralda?¿Qué haces aquí? – preguntó el joven
que se parecía a David.
-Ayudaros. – Casi todos los caballeros menos él
se echaron a reír.
-Callaos – ordenó el chico.
-He encontrado al Rey y lo he mandado a palacio
junto con mi caballo.
-Muy valiente por tu parte. ¿Por qué has
decidido venir?
-Soy la única que ha salido con vida de ese
castillo y me lo conozco como la palma de la mano.
-Está bien, este es el plan – los caballeros
estaban asombrados de que una doncella fuera a participar en una misión tan
peligrosa como esa pero el joven doble de David la admitió así que escucharon
todos atentamente el plan.
-¿Estás seguro que de madrugada será más fácil
entrar? – Esmeralda no lo tenía claro, pero esa había sido la orden. Tendrían
que dormir hasta el alba.
-Venga, ahora todos a dormir, necesitaremos
todas nuestras fuerzas. – y una vez que se tumbaron, se dirigió a Esmeralda.-¿Te
asusté en las cuadras el primer día que nos vimos?
-No, es que… tienes la misma cara que otra
persona.
-Creo que te refieres a mi gemelo David.
-Si, exacto – Esmeralda estaba asombrada.
-¿Te hizo algo? – no puso muy buena cara.
-No, es que… Me preguntó algo y lo entendí mal
y, bueno, ya no podré llegar pura al matrimonio. – Se avergonzaba todavía de lo
ocurrido.
-Lo entiendo. No es la primera vez que pasa.
David ingresó de más joven en el monasterio. Pensábamos que quería estar en paz
y hacer el bien, pero solamente entró para poder practicar las artes oscuras
gracias a los libros de la biblioteca que poseen.
-¿Pero allí lo saben?
-No. Estoy buscando la manera de desenmascararle
pero sin que él se entere. Puede ser muy peligroso y manipularme. Los gemelos
tienen una conexión mágica entre ellos y si alguno decide usar la magia, puede
ser fatídico. Es una mala persona.
-Lo entiendo – afirmó con resignación bajando la
cabeza.
-Por cierto, soy Carlos – se presentó
tendiéndole la mano.
Hacía horas que los caballeros dormían pero
Esmeralda no podía conciliar el sueño. Sabía que ese plan no iba a funcionar,
sería un suicidio. ¿Tendrían un plan b? Puede que no pero ella si. A la mañana
siguiente cuando se levantaron, Carlos vio que Esmeralda no estaba. ¿La habrían
raptado?
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Recuerdos de un Ánima 51
lunes, 23 de julio de 2012
ESMERALDA 6
Los días pasaban con bastante ajetreo. Los
escuderos iban y venían del castillo a las cuadras, vigilando la evolución de
los caballos para una partida próxima. Rara vez los nobles paseaban por ahí.
Eran bastante diferentes. Altos, bajos, morenos, rubios, pero todos fornidos.
Atractivos y seductores.
Un día, de madrugada, el castillo amaneció
nervioso.
-Ya sabemos donde se encuentra nuestra joya –
anunció el rey a todos sus caballeros. Mientras caminaban hacia las cuadras
ultimaban los detalles de la salida.
-La recuperaremos y os la traeremos.
-No se preocupe, mi señor.
Estaban decididos a conseguirla fuera lo que
fuera, aunque no entendía qué tenía esa espada que la hacía tan especial.
-¿Eres Esmeralda? – oyó que alguien preguntaba a
su espalda. Se giró y se quedó sin aliento.
-Sí – respondió tan bajo que casi no se le pudo
oír.
-¿Está listo mi caballo?
-Sí. – Le dio las riendas de un precioso corcel
blanco, de pelo suave y brillante. Dio media vuelta y se fue corriendo bajo la
mirada del joven caballero. Estaba sorprendido.
Es imposible, pensaba Esmeralda. David no podía
estar allí, ¿la había seguido? Ese caballero tenía la cara de David pero por su
manera de tratarle, no la conocía. Era muy extraño.
Todos los caballeros estaban en sus monturas,
listos para salir.
-Y recordar. Debéis traer a Arianrhod. Es muy peligroso que esté en malas manos.
Y dicho esto, los caballeros
salieron en su busca. Protegerían a esa espada con su vida si fuera necesario.
-Esmeralda, ven aquí. – La reina
estaba algo preocupada por la marcha de los caballeros y necesitaba dar un
paseo a caballo para desahogarse.- Prepara diez caballos, mis doncellas y yo
saldremos a pasear por los jardines de palacio.
-Como desee. ¿Le puedo hacer una
pregunta, mi señora?
-Claro – contestó con una sonrisa en
la boca. Era lo opuesto a su carcelera.
-¿Por qué están todos tan
preocupados por Arianrhod y porqué le han puesto nombre a una espada?
- Arianrhod es una espada mágica que
Merlín le regaló a Arturo en su boda. Es letal en combate pero también devuelve
la vida usada en un muerto. Por eso en manos equivocadas puede desatar el poder
de la oscuridad.
-Entiendo.
-Ha sido robada de las mazmorras del
castillo y creemos saber donde esta. Según la energía desprendida de ella, mi
esposo la ha sentido en el castillo oscuro.
-¿Ese que está al otro lado del
bosque infinito?
-Exacto.- Esmeralda se quedó
petrificada, ese era el castillo en el que vivía antes. La Reina había robado la espada
y lo más preocupante era que tenía un siervo infiltrado en su actual morada.
Estaba en peligro si la descubrían.
-Pero el bosque es muy peligroso, se
perderán para siempre.
-Es un riesgo que estamos dispuestos
a correr. Mi esposo lo ha pensado mucho y ha decidido ir con sus caballeros
para infundarles valor.
-Entiendo. Que disfrute del viaje
señora.
Esa noche fue algo mala para
Esmeralda. Soñaba que se perdía en el bosque infinito, que los caballeros iban
cayendo uno a uno bajo las garras de una temible criatura. Una pesadilla
imposible de soportar. Ella era la única que había conseguido salir viva de
aquel bosque al huir del castillo oscuro. Tenía que ayudar a los caballeros.
Decidida se levantó, robó algunas ropas de los caballeros para poder ponérselas
y salió a lomos de Lucifer. Estaba dispuesta a dar su vida para mantener su
secreto a salvo y evitar que Arianrhod cayera en manos de la malvada Reina.
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Recuerdos de un Ánima 50
sábado, 21 de julio de 2012
ESMERALDA 5
La luz del sol entraba por la ventana bañando la pálida tez
de Esmeralda. Poco a poco los ojos abrían paso a un iris verde claro y
brillante. Levantando la cabeza recordó lo que pasó la noche anterior. Se
encontraba sola en la cama, pero desnuda, prueba de que ya no era tan inocente como en su pasado. El olor del
compañero nocturno aún permanecía en las sábanas y una mancha de sangre
corroboraba los hechos.
-¿Pero qué he hecho? – se preguntó a si misma. “No me
refería a esto cuando me preguntó si quería conocer a un hombre”. Su cabeza era
un hervidero.
“Toc, toc, toc”.
-¿Quién es? – preguntó Esmeralda tapándose el pecho con
la sábana.
-Soy el hermano Dan. El Padre pregunta si quiere que le
traigamos el desayuno a la habitación o si bajará a desayunar con nosotros.
-No…. No, traérmelo a la habitación si no es molestia.
-Ningún problema. En seguida se lo traemos.
-Gracias.
Con paso ligero se levantó y se dio un baño como si con
eso intentara borrar los hechos. En seguida llegó el desayuno. Ella ya estaba
vestida y preparada para desayunar y salir. No quería que nadie se enterara de
lo que había pasado la noche anterior allí, no sabía como se lo iban a tomar ni
si sería prejudicial para ella o para él. Se habían portado muy bien con ella y
él tampoco la forzó.
-Muchas gracias por cobijarme y ayudarme – Esmeralda tenía
que marcharse y salir de allí. Tenía que empezar una nueva vida lejos de los
dominios de la Reina.
-No te preocupes y buen viaje. – El padre estaba muy
orgulloso de ayudarla. Él veía la bondad en la chica aunque ella dudaba de que
la tuviera. Se sentía mal consigo misma.
Montada en Lucifer salió a galope atravesando bosques y
aldeas. Haciendo noche en posadas gracias al dinero que le dio el padre en el
monasterio y sobreviviendo con la bolsa de comida que el cocinero le había
regalado.
Días después llegó a un gran castillo. Ya había
conseguido salir de los dominios de la Reina y no parecía hostil. Decidió
entrar y buscar ayuda. Al verla llegar bajaron el puente levadizo. Había
guardias con armadura velando por la seguridad del castillo en cada esquina.
Dentro de las murallas había como una mini aldea y al fondo otras murallas no
tan altas que separaban al pueblo del castillo y la nobleza.
-Mi señor, le busca una doncella proveniente de tierras
lejanas – la anunció un guardia al Rey. Todos los que estaban allí en ese
momento levantaron la cabeza y la miraron. Estaban bastante acalorados tratando
un tema importante. El arma más valiosa del reino había sido robada.
-Luego seguimos – el Rey despidió a sus soldados para
tratar ese tema en otro lugar y se acercó a Esmeralda.
-Buenos días, Señor. – Saludó Esmeralda. – Siento molestarle
pero vengo de… venía a pedir ayuda.
Se había quedado pensativa. No quería revelar el porqué
de su huida no la fueran a tratar como una criminal.
-Veo que vienes muy cansada – observó con una sonrisa en
la boca. Parecía buena persona.
-Si señor.
-¿Quieres cobijo, pequeña?
-Si, cualquier cabaña me vendrá bien.
-¿Experiencia?
-He trabajado toda mi vida en las cuadras al cuidado de
los caballos.
-Pues no se hable más. Vivirás en nuestro castillo
cuidando de los caballos.
-Muchísimas gracias Señor.
-Podrás tener también allí a tu magnífico ejemplar.
Aunque tienes que tener en cuenta una cosa. Como has podido observar tenemos
ciertos problemas y es seguro que mis soldados tengan que salir de viaje. Los
caballos tienen que estar listos en cualquier momento. Tendrás ayuda.
-No se preocupe, todo estará listo.
Fue conducida a una casita dentro del dominio del
castillo al lado de las cuadras. Era pequeña pero bonita y acogedora y, lo más
importante, era para ella. Sería independiente de todo el mundo y podría tomar
decisiones sobre su propia vida. Estaba contenta. Podría salir de la cuadra,
cabalgar con Lucifer y tener tiempo libre para conocer a más gente y, según vio
lo que había en los armarios de su cabaña, podría relacionarse con la nobleza. Los
vestidos y trajes que tenía eran más sofisticados que el vestido harapiento con
el que estuvo trabajando toda su vida.
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Recuerdos de un Ánima 49
lunes, 16 de julio de 2012
ESMERALDA 4
Con la frente sudorosa por el susto, Esmeralda se
levantó para cerrar la ventana y acto seguido tres golpecitos en la puerta la
distrajeron. Nerviosa fue a abrir y se encontró cara a cara con David.
-Te he oído gritar, ¿estás bien? – se relajó al
verlo y más al ver que se preocupaba por ella.
-Sí. Siento si te he despertado pero no me gustan
las tormentas.
-No te preocupes.
Otro relámpago seguido de un trueno extremadamente
fuerte hizo que Esmeralda se echara las manos a la cabeza. Era demasiado ruido
y estrés para ella.
-Me puedo quedar esta noche contigo si quieres –
le propuso David.
Era algo que no se esperaba. Se quedó pensando un
momento y aunque su cabeza decía que no, estaba demasiado asustada como para
poder pasar la noche sola.
-De acuerdo – contestó al final.
-Acuéstate. Te prepararé un poco de valeriana para
que puedas descansar.
En un momento, David preparó el té relajante y se
lo dio para que lo tomara. Esmeralda notó como hacía efecto. Estaba más
tranquila y relajada. Los nervios se habían disipado y la tranquilidad se
apoderaba de su cuerpo.
-¿Cómo te encuentras? – preguntó David.
-Mucho mejor, gracias.
-¿Cómo te has visto metida en esta situación?
-La
Reina me acusa de destruir su compromiso. Dice que embrujé al
príncipe con el que se iba a casar y mandó matarme.
-Pobre. ¿Y cómo ocurrió?
-Solo nos encontramos una vez en las cuadras donde
yo trabajaba con los caballos. Les estaba preparando dos corceles para su paseo
vespertino cuando él entró y me miró. No pasó nada más.
Cada vez se encontraba más cansada.
-¿De modo que nunca has salido de aquel lugar?
-No.
-Ni tampoco has conocido a más hombres?
-No, la
Reina no me dejaba.
La confusión entre el mundo real y el de los
sueños se hacía cada vez más grande en la mente de Esmeralda. No conseguía
comprender las palabras que escuchaba aunque sí que podía articularlas.
-¿Y desearías conocer al género opuesto? – escuchó
que le preguntaba David.
-Si – contestó aunque no entendió el sentido real
de la pregunta y vio como poco a poco aquel hombre le iba despojando de sus
vestiduras sin que ella pudiera moverse, gritar o defenderse.
Esa noche, la inocencia de Esmeralda desaparecería
por completo.
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Recuerdos de un Ánima 48
martes, 10 de julio de 2012
ESMERALDA 3
Tras horas de largo y accidentado viaje, Esmeralda
y Lucifer consiguieron llegar a un poblado con gente y trabajadores humildes.
Estaban deshidratados y sedientos. Pocas fuerzas quedaban en sus cuerpos y el
sentido estaba a punto de abandonarles.
-Ven pequeña, te daremos algo de comer – una
anciana muy amable rescató a la pobre niña del calvario que en ese momento
estaba viviendo. La llevó a su casa y le dejó asearse, comer y descansar.
-Le agradezco mucho su generosidad.
-¿Cómo te has visto envuelta en esta situación?
-La
Reina me acusa de embrujar a su prometido y solamente nos
vimos una vez en los establos. Mandó a que me mataran.
-Pobrecita. Cuando descanses te llevaré al
monasterio para que cuiden de tí. Allí sabrán ayudarte.
-Muchas gracias.
La tarde pasó rápidamente y la noche se les echó
encima. Llegó la hora en la que Esmeralda tenía que partir al monasterio en
busca de ayuda. Su vida peligraba. Sabía que tenía a un grupo de cazadores
detrás de su corazón y necesitaba protección.
-Así que la Reina va detrás de tí – comentó un monje anciano
– no te preocupes, nosotros te esconderemos aquí hasta que el peligro pase.
-Gracias – contestó la chica haciendo una pequeña
reverencia.
-Acompáñala a sus aposentos, hermano – le ordenó a
un monje bastante más joven que él. Era rubio, de pelo corto y ojos azul cielo.
Hermoso, embriagador, hipnótico. Tenía algo en su mirada que atraía.
-Espero que estés cómoda.
-Gracias...
-David.
-Esmeralda – contestó con una sonrisa al joven, el
cual se la devolvió saliendo de la habitación.
Con la tranquilidad y el silencio que reinaba
aquella noche en el monasterio, Esmeralda consiguió conciliar el sueño, un
sueño que rápidamente se tornó pesadilla. Se encontraba cabalgando en el Bosque Prohibido, sin poder encontrar la salida, lleno de peligros y con los cazadores
pisándole los talones. Un rayo seguido de un relámpago iluminan el oscuro
bosque cegándola y haciéndola caer en el suelo. En ese instante se despierta
sobresaltada. La tormenta y el fuerte viento habían abierto de golpe la ventana
de su habitación.
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