LA MORADA INFERNAL 2
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Es preciosa – comentó Alicia al ver la casa.
Aparcaron los coches en la
entrada de la casa rural, al lado del lago y con maletas en mano entraron a la
casa. Había muchas habitaciones y muy variadas con lo que no tendrían problema
en elegir. Abrieron las maletas y bolsas de viaje, sacaron algo de ropa y
bajaron a cenar.
-¿Qué hay de menú? – preguntó
Adriana.
-Pescado asado. Lo acabo de
pescar en el lago – contestó Pedro.
-Tiene buena pinta.
Libres de preocupaciones
engulleron el pescado como si fuera su última cena. Estaban hambrientos y
cansados del viaje. Después de la cena algunos decidieron dar un paseo por el
poco alumbrado bosque y otros su fueron directamente a la cama, a dormir. Adriana
decidió darse un baño en el lago ya que el calor que padecía en ese momento no
la dejaba dormir.
-¡Qué buena está! – se dijo a si
misma cuando se zambulló.
A la mañana siguiente…
-Buenos días – saludó Pedro a los
amigos que iban entrando en el salón.
-¿Habéis visto a Adriana? –
Preguntó Lucía, - no está en la habitación.
Lucía y Adriana dormían en el
mismo cuarto, y cuando se despertó la primera, su compañera ya no estaba.
-Habrá ido a darse un paseo
matutino, ya sabes lo que le gusta andar.
-Voy a buscarla – Lucía no estaba
tranquila, sabía que Adriana se mantenía en forma pero siempre había sido
bastante perezosa a la hora de levantarse.
Huevos fritos, tostadas, panceta,
zumo y café. Un desayuno perfecto para coger energías, ya fuera para realizar
una buena caminata de excursión, para correr o huir…
Después de estar un buen rato
buscando a su amiga, Lucía decidió tomarse un descanso. A ella no le gustaba
mucho andar así que se sentó en la orilla del lago y comenzó a tirar
piedrecitas. Todas caían con un sonoro “plop” excepto la última que se quedó en
la superficie, como si algo la mantuviera a flote.
-Qué raro.
Se levantó y vio que,
efectivamente, había algo debajo de la piedra. Cogió una gran red que había en
la cabaña del lago y la tiró al agua para acercar aquello hasta que vio lo que
era. Algo espantoso, no pudo evitar gritar al verlo.
-Lucía, ¿qué te pasa? – le
preguntaron sus amigos al acercarse. Pero Lucía estaba en estado de shock, no
podía moverse, ni hablar. Sólo miraba el agua.
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