LA MORADA INFERNAL
El grupo de amigos que tenía en
el instituto había madurado. Ya no eran chiquillos borrachos de dieciséis años,
ahora ya tenían una carrera propia y trabajos magníficos. Acababan de pasar
todos los treinta años y decidieron pasar todos juntos el fin de semana
haciendo turismo.
-¿A dónde vamos a ir?
Era la pregunta que se hacían.
-A mi me apetece bañarme –
comentó Aurora.
-Yo quiero montaña – añadió
Roberto.
-Mirad, he encontrado algo que
creo que os gustará a todos.
Andrés, el empollón del grupo,
siempre encontraba la solución a todos los problemas de este grupo tan
singular.
-¿Cuál?
-Mirad, aquí hay una casa rural
con muy buen precio de alquiler, en la carretera de la ruta trece. Tiene lago,
sendas, praderas y caminos para pasear.
-Perfecto, haz los trámites, nos
iremos el viernes.
Todos mis amigos estaban
preparados para pasar un fin de semana relajante, estrechar lazos y olvidarse
de todas las preocupaciones que ocupaban sus cabezas. Paseos, baños,
cervezas y la soledad relajante, sin coches que molesten, animales o cualquier
otro incordio. La ruta trece era una ruta comercial antigua, sin asfaltar, con
lo que la hacía casi fantasma. Nadie pasaba por allí. Perfecta para desconectar
del propio infierno diario que era el trabajo y la vida rutinaria. Lo que no
sabían era que el infierno estaba por comenzar.
Por cierto, mi nombre es Megara y
esta es mi historia.
0 comentarios:
Publicar un comentario