Epifanías de un Ánima 1

miércoles, 28 de agosto de 2013

 

Herencia familiar

Corren rumores continuamente sobre posibles hechos, algunos escalofriantes que por el miedo a verificarlos se convierten en leyendas o cuentos. Un claro ejemplo es ese de una niña con una gran capa roja que al ir a visitar a su abuelita se encuentra con una gran sorpresa y es finalmente salvada por un leñador pero, ¿es eso una historia verídica o sólo una leyenda?

Corría el año 1569 en Lania, un pueblecito muy pequeño cercano a Transilvania, a dos días a pie. La gente de esa región se dedicaba a la caza y cultivo en verano para poder recoger suministros para el gélido invierno. Esa estación era la más temida por los vecinos de esa región ya que el índice de muertes subía en esos meses. Debían resguardarse en casa por dos motivos, el frío y los lobos. Aunque si te dejaran elegir una forma de morir, casi era preferible la de los lobos, se sufre menos.


Roșu era una joven muy bella y trabajadora, ayudaba a sus padres en el negocio del pan y la repostería. Al ser hija única tenía que poner todo su empeño en el trabajo para poder sacarse un futuro y que el negocio de su familia no cayera en saco roto. Todos los inviernos, antes del toque de queda anual en el que todos los lugareños se escondían en sus casas para no salir, iba a visitar a su abuela para llevarle los alimentos necesarios para sobrevivir en esos meses de incomunicación con el mundo exterior aunque, todo el mundo decía que esa mujer estaba loca y que por eso se había aislado en esa minúscula cabaña dentro del bosque. Los padres de Roșu no hablaban de ella ni de porqué dejó de hablar con el mundo. 


-Abuela, ya estoy aquí, siento el retraso – Roșu acababa de entrar en la cabaña de su abuela pero ésta estaba vacía, algo poco normal ya que la mujer no se movía del sillón que estaba frente al fuego. Normalmente la encontraba allí sentada tapada con una manta y una toquilla.


Abrió una puerta y otra pero no la encontró. Salió al umbral para ver si su abuela se encontraba en el bosque, pero tampoco divisaba figura alguna. Andó unos pasos cuando oyó un ruido de maderas en el cobertizo. Era de extrañar ya que ese lugar había permanecido cerrado desde su nacimiento y el candado se encontraba oxidado pero en aquel instante se dio cuenta de que el candado estaba en el suelo, destrozado y la puerta tenía cinco marcas alargadas, como de arañazos. Al principio creía que los lobos habían adelantado su viaje, pero luego se dio cuenta que un lobo no deja esas marcas tan grandes. Fuera lo que fuese, se encontraba allí dentro y la estaba observando.

0 comentarios:

Sígueme en Twitter