Wolverine village
Un año más en el instituto de Wolverine Village en el que Cassandra intentaba, como todos los años, integrarse en algún grupo sin éxito. A sus diecisiete años, Cassandra vivía sola en una pequeña casita a las afueras del pueblo, herencia de sus padres, un matrimonio humilde muertos en un accidente de avión hace tres años. Sus notas eran bastante buenas, excepto en Educación Física. Era todo cerebro y los estudios se le daban bastante bien, pero al ser una persona algo delgaducha, los esfuerzos físicos nunca han sido su punto fuerte, asi que su profesor le sugirió entrar en el cuerpo de animadoras para poder ejercitar sus músculos y conseguir acabar un solo ejercicio.
-Está bien – le contestó al final la jefa de animadoras – ven esta noche a la fiesta que hay organizada en el antiguo solar y decidiremos si puedes entrar en el equipo.
-Yasmine, sabes que nunca he ido a una fiesta...
-papapapá, las fiestas son una parte esencial de toda animadora. Si quieres entrar, ya sabes, a las 10, no faltes.
Bueno, esta vez no era un no, así que algo había avanzado. Esa noche iría a su primera fiesta.
Llegó la hora de enfrentarse a uno de sus mayores miedos, la multitud. Le gustaba integrarse pero pasar un poco desapercibida, por eso la idea de ser animadora no le gustaba, pero tampoco quería suspender.
-Vaya vaya, mirad a quién tenemos aquí, la superempollona animadora. – Yasmine se había tomado unas cervezas de más.
-Ya estoy aquí, ¿habéis decidido ya si voy a ingresar?.
Tras un momento de vacilación, se miraron unas a otras y Yasmine contestó – Sí, vas a entrar.
-Genial.
-Pero, tienes que pasar una prueba más.
-¿Qué prueba?
-Ya sabes que las animadoras tienen que ser decididas y no dudar ante nada. Bueno, vas a tener que pasar una noche en el castillo abandonado.
-Vamos chicas, no estaréis de broma.
-Para nada – pero algunas de las animadoras se empezaron a reír. - ¿qué pasa Cassandrita?¿Tienes miedo a las antiguas leyendas?
-No, pero ese castillo... bueno, está bastante lejos y... hecho ruinas.
-No se hable más – cogió a Cassandra del brazo y pusieron rumbo al castillo.
Una vez frente a él, Cassandra de acercó a la verja. Al tocarla sintió un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo.
-Vamos chicas – dijo al girarse, pero el dedo en la boca de la jefa de las animadoras le indicó que se callara y entrara.
La leyenda decía que un temible monstruo vivía confinado en aquel castillo, sin poder salir de él a cambio de innumerable poder y riqueza. Diversas apariciones han sido asociadas con este lugar y sus habladurías, nadie ha creído en el pero tampoco se han atrevido a acercarse, hasta esa noche en la que nuestra pobre amiga seguía las instrucciones de un grupo de pécoras anorexicas y borrachas para poder tener un cinco en una asignatura. Así que cerró la verja y se fue acercando poco a poco. Una bocanada de viento se levantó en ese momento haciéndoles taparse los ojos a las chicas cegándolas temporalmente. Un chillido de terror inundó el bosque y una tragedia convertida en realidad, o un delito inconsciente de las chicas ahogaría sus conciencias. Se acercaron a la verja para buscar con sus ojos a Cassandra pero había desaparecido, en su lugar había un charco de sangre fresca, aún líquida y el rugido de una bestia hizo que corrieran como nunca lo habían hecho en su vida.
Puede que la leyenda fuera cierta...
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