Recuerdos de un Ánima 5

lunes, 26 de marzo de 2012


UNA CARCEL CELESTIAL
¿No os habéis preguntado nunca por qué los lobos le aúllan a la luna? Yo si, constantemente, de pequeña, me preguntaba eso cada vez que mi padre se acercaba para arroparme. Me tapaba con el edredón, según él, para mantener el calor corporal, algo muy importante para los críos, me daba un beso en la frente y me deseaba dulces sueños tan brillantes como la luna. Aún recuerdo la noche en la que me explicó la historia, palabra por palabra.
Esta historia data de hace muchos siglos atrás, cuando el hombre creía en la magia, las hadas y los bosques encantados. En aquel entonces, la noche era completamente oscura, sin luna ni estrellas. La única iluminación eran las antorchas en los pueblos y las luciérnagas en los bosques. Y son en estos dos escenarios donde nuestra historia comienza a tener algo de sentido. En una aldea pequeña, habitaba un joven leñador llamado Lucán. Todas las mañanas se levantaba al amanecer para recoger la leña seca del bosque y así, más entrada la noche, poder trabajar en el hogar cortando troncos. Pero una mañana, sin previo aviso, el joven tuvo que cambiar su jornada laboral por otra. La reconstrucción del muro fortificado que separaba a la aldea del bosque. Al vivir tan cerca de un paisaje tan salvaje, los aldeanos no se encontraban seguros, así que decidieron construir un muro de madera que los protegiera de posibles ataques de bestias, pero con el tiempo el muro se iba erosionando con la lluvia y el viento. De ese modo, Lucán empezó a reconstruir el muro dejando para el anochecer la recogida de leña en el bosque.
Una noche, en plena recogida, vislumbró a lo lejos una luz cegadora a medida que se acercaba a ella. Era una luz antinatural, distinta a la que emanaban aquellos insectos tan especiales. Ese destello tan brillante tenía efecto gravitatorio en Lucán que se iba acercando sin poder hacer nada, igual que la fuerza hace que nos mantengamos pegados al suelo. Es preciosa, pensaba ensimismado a cada paso que daba. Pero al ver el origen de aquella luz sintió un escalofrío por todo el cuerpo. Ante él se encontraba la mujer más bella que jamás había visto en su vida. Sus cabellos eran negros y largos hasta los pies, vestía una túnica blanca, brillante y sedosa. Sus ojos eran de un verde clarito, como los juncos recién nacidos y su pose parecía la de una ninfa del bosque. Se encontraba sentada en un árbol talado hace días, mirando como Lucán se acercaba a ella. Parecía que lo estuviera esperando.
-Buenas sean las noches, leñador – saludó al verle con una melodiosa voz.
-Buenas las tenga, mi señora – le correspondió con una reverencia.
-¿Qué hace una diosa como vos sola en el bosque? ¿Acaso es una ninfa?
-No mi buen hombre - contestó con una leve sonrisa ante tal elogio – me llamo Selenia y vivo un poco más allá, en una finca en el interior del bosque, soy hija de Ácarom.
-¿El mago del bosque?
-Si.
-No sabía que tuviera familia, siempre ha sido tan…
-¿Temido?
-Podría decirse que sí. ¿Y cómo es que nunca he visto su belleza deambulando por este bosque?
-Mi padre no me deja salir, nadie sabe de mi existencia, es un secreto.
-¿Por qué, mi bella señora?
-Cree que si alguien supiera de mí, podrían jugar con él y ya no impondría tanto terror como lo hace, no tendría estos lugares y todo lo que habita en ellos bajo su dominio.
-Ese hombre no tiene corazón. Deberías huir, comenzar lejos de él una nueva vida.
-Pero no conozco absolutamente nada más allá del bosque, no se que peligros me aguardan.
-No te preocupes, yo te acompañaré. Dejemos todo esto y fuguémonos. No permitiré que te pase nada malo, mi dulce amapola.
-Estoy segura de que sí.
Y con estas palabras organizaron una romántica y apasionada fuga iniciada por el amor a primera vista de estos dos jóvenes. Era una misión muy peligrosa ya que ese mago conocía muy bien el manejo de las artes oscuras y todo su poder. Todo el mundo que lo conocía lo temía, y si no lo temían, es que no lo conocían.
Pasaron dos noches hasta la elegida para tal hazaña. Reunidos en el mismo lugar que la primera vez, Selenia con una capa blanca con capucha y Lucán con un chaleco de pelo negro salieron montados en un caballo rojizo, el más veloz de aquella aldea, pero no lo suficiente como para escapar de aquel siniestro personaje, el cual se dio cuenta de esa fuga al volver a su morada tras un largo día de recogida de ganancias, fruto del sudor de todos los aldeanos vecinos.
-Deteneos – gritó apareciendo delante de ellos en una nube negra.
-Padre – exclamó sorprendida.
-¿Cómo osas salir de tu casa y más aún para encontrarte con semejante bestia?
-Yo lo amo padre, y estoy cansada de vivir encerrada en ese sótano, solo soy un estorbo para vos y quiero librarle de esa carga.
-¿Estuviste encerrada en el sótano?
-¡Calla escoria! – dirigiéndose a Lucán muy enfadado y seguidamente a los dos. – Esta es la última vez que me desobedeces. Sí eres un estorbo para mí, pero lamentablemente te tengo que mantener junto a mí. Tu madre te dejó en herencia todos sus poderes en vez de dármelos a mí, y si no te tengo a mi lado, no los puedo utilizar, así que no te irás con él.
-Eso nunca, antes prefiero morir que alejarme de él.
-¿En serio? Muy bien querida hija, no te mataré, pero te quedarás encerrada en una cárcel de plata, preciosamente diseñada para ti, querida, lejos de tu querida mascota. Lo podrás ver pero no podrás estar con el.
Las risas de aquel ser pusieron los pelos de punta al pobre leñador que vio como su amada levitaba encima de el en una bola plateada que cada vez se hacía más grande. Se alejaba de él a grandes velocidades hasta que se posó en el cielo, emitiendo tal brillo que iluminaba todo el paisaje a la vista, incluso el que se escondía más allá de la línea del horizonte. Tal era la furia que le provocó la pérdida de su amada, que de un salto con hacha en mano arremetió con el autor de tal aberración.
-Pagarás por esto asquerosa sabandija.
-Típico de un animal, sin modales ni nada en la vida, solo furia e instintos, así que eso es lo que serás – y con un movimiento de muñeca convirtió al leñador en un feroz lobo negro de grandes colmillos, ojos rojos como el rubí y enormes garras – Escúchame bien, canino baboso, la cárcel de tu querida Selenia cambiará de lugar todas las noches, alejándose o acercándose de manera que no la verás tan nítidamente como ahora. Solamente os dejare que os veáis una noche cada 28 días, cuando su prisión esté tan cercana como ahora de manera que la veas por completo, redonda y brillante. Eso si, solo podrás acceder a ella como ahora, convertido en lo que has demostrado ser. Y domina tu furia o harás la transformación permanente.
-De esa manera, mi pequeña Ánchela, nació lo que ahora llamamos la luna y la razón de que los lobos aúllen su hermosura. Lloran por el encarcelamiento de un ser amado, el vivir sin el ser que hace que su existencia tenga sentido.
Esa fue la historia de la luna, los lobos y un amor platónico que nunca pudo ser…
… o por lo menos es lo que creen todos excepto los miembros de mi familia, ya que ese no fue exactamente el final de la historia, y lo entendí al cumplir la mayoría de edad, cuando mis orejas empezaron a crecer de tal manera que el ruido más insignificante era perceptible para mí. Una noche de luna llena, al cumplir los dieciocho años de edad, un cántico proveniente del cielo llegó a mis oídos y al querer responderle me vi apoyada sobre cuatro patas de color blanco, aullando hacia aquella misteriosa figura redonda, de donde, lógicamente, una noche de luna llena cuando se acercaba a la tierra, pudo dejar en este mundo a merced de un lobo rabioso, un precioso bebé fruto de aquel mágico amor, nuestro primer antepasado y del que venimos todos.
La magia existe, aunque muy pocos puedan creer en ella.

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