HERMANDADES UNIVERSITARIAS III
Una vez dentro, Morgan y Garen se acercaron a la mesa de los aperitivos donde había un chaval muy tímido y un poco paliducho sirviendo ponche.
-Gracias – le comentó Garen cuando recogió dos vasos, de los cuales le dio uno a Morgan.
-¿Por qué no ponen más luz? – le preguntó Morgan a Garen.
-Ni idea, les gustará la intimidad.
-Psss... – Morgan hizo un gestó de decepción.
-O igual son vampiros – dijo Garen moviendo las manos alrededor de la cabeza como si fuera un chaval con manta imitando a un fantasma.
-Cállate, idiota – le propinó un manotazo en el estómago con una ligera sonrisa.
-¿No tienes sed?
-No.
-Pues yo si y este ponche esta delicioso.
-Anda toma – le dio el ponche y se sentó en una silla - ¿no te gustará bailar no?
-Paso.
-Ufff... menos mal, no quería llevar esta tontería tan lejos – y los dos se echaron a reír.
La noche pasaba poco a poco y la gente del baile iba disminuyendo sin que nadie se diera cuenta. La habitación cada vez estaba menos concurrida y el barullo de las voces al hablar bajaba de intensidad.
-¿Te has dado cuenta de que la gente ya se está yendo? – le comentó Morgan a Garen cuando levantó la cabeza para echar un vistazo a la multitud.
-No la verdad, estaba aquí entretenido con los canapés.
-Tú y la comida, voy al baño un momento y nos vamos, ¿vale?
-De acuerdo, te espero aquí.
Con paso decidido se fue a los servicios, tenía algo de urgencia ya que había estado toda la tarde sentada en una silla sin moverse si quiera. Entró en el baño el cual estaba completamente vacío y en silencio, algo que le ponía los pelos de punta a cualquiera. Se lavó las manos al acabar, cogió el bolso y salió hacia el salón.
-¿Hola? – Garen no estaba donde habían quedado. Miró su móvil pero tampoco tenía ningún mensaje.
-Morgan – una voz a su espalda la llamó, se giró y vio a su hermano.
-¡Peter! ¿Qué haces aquí?
-Fui un momento al baño y al salir mi acompañante ya no estaba.
-Qué raro, lo mismo me ha pasado con Garen.
-¿Tampoco está?
-No.
-Que raro, no es propio de él. Bueno hermanita, vámonos a casa.
Y juntos se subieron a la ranchera de su madre en la que había venido Peter con su amiga. Camino a casa Morgan vio a su hermano extremadamente callado. Siempre buscaba cualquier escusa, gesto o comentario para meterse con ella, pero esta vez no había abierto la boca en todo el viaje.
-¿Qué te pasa? – le preguntó al final.
-Nada.
-De verdad Peter, te conozco, te pasa algo.
-Simplemente que no me han admitido en la hermandad. En este baile nombraban a los becarios y no me han dicho nada, así que estoy fuera.
-Vaya, lo siento – aunque no aprobaba todo ese rollo de las hermandades, sabía que era importante para su hermano y verle tan afligido le afectaba.
-Bueno, ya intentaré entrar en alguna otra.
-¿Pero… pasa algo si no entras?
-Pues que es prácticamente imposible hacer actividades extraescolares si no perteneces a algún grupo y sin ellas no te dan los créditos necesarios para acabar la carrera universitaria.
-Pues si que es una faena.
-Bueno, ya veremos a ver que pasa, no te des mal – y con una sonrisa en la cara le hizo una caricia en la mejilla. Su hermano estaba bastante mal pero agradecía el apoyo que le estaba ofreciendo Morgan.
“Morgan….. lo siento. Morgan… perdóname. Morgan…”
Esas palabras correteaban en su cabeza mientras ella daba vueltas incómoda en su cama. En su sueño se encontraba otra vez en medio del bosque pero con el mismo vestido negro que llevó en la fiesta. La espesa niebla le rodeaba y no podía ver a su alrededor, Garen había desaparecido y no encontraba la salida. Por más que corría el paisaje no cambiaba y las palabras la perseguían allí donde iba. Al final, una mano le roza el hombro y las palabras se hacen firmes.
-Lo siento, no era mi intención abandonarte – en ese momento se gira y ve a un Garen extremadamente pálido, con ojeras y encogido, con una mano presionándose el estómago afectado por un fuerte dolor.
-¿Qué te ha pasado? – le preguntó Morgan preocupada.
-Corre – murmuró Garen.
-¿Qué dices? – ella se agachó para escucharle mejor.
-¡Corre! – la cara de Garen se tornó oscura y sus ojos se volvieron negros como la noche. En un segundo, Morgan se levanta completamente envuelta en un sudor frío asustada no por la pesadilla sino por un mensaje en su móvil. Era Garen:
"Lo siento, no era mi intención abandonarte"
Eso era exactamente lo que le había dicho en el sueño. Estaba tan preocupada que sin mirar la hora empezó a marcar su número de teléfono, necesitaba saber si estaba bien, pero unos pitidos intermitentes seguidos de una voz femenina le indicaban que ese número no estaba disponible. Dejó el teléfono en la mesita de noche y al instante otro mensaje recibido:
Debéis marcharos de aquí.
-Me está gastando una broma muy pesada – se dijo Morgan, algo que no le hizo ni pizca de gracia, así que cogió de nuevo el teléfono y volvió a marcar el número de su amigo con el mismo resultado. ¿Cómo puede ser que esté fuera de línea y me mande sms? – Necesito dormir – y tras un ligero bostezo se acostó acomodándose la almohada.
Llegó pronto el fin de semana y los exámenes trimestrales finalizaron con éxito para los dos aunque la preocupación de Morgan no había disminuido.
-¿Lo has visto? – le preguntó a su hermano.
-No, lo siento Morgan.
-Se me hace muy raro que haya desaparecido de la faz de la tierra.
-A mi también, y eso que soy su mejor amigo.
-Chicos – los interrumpió su madre – tengo una noticia que daros.
-¿Qué pasa mama? – preguntó Morgan.
-Me han concedido el ascenso que necesitaba para poder mantener al fin esta casa sin apuros.
-¡Felicidades! – contestaron los dos al unísono. Al fin una buena noticia.
-Hay un pero.
-¿Cuál? – preguntó Peter.
-Es en San Francisco, así que tendríamos que mudarnos. ¿Qué os parece la idea?
-Me parece bien – contestó Peter tras un corto período de reflexión – creo que es la oportunidad que busco para empezar de nuevo en otra universidad, aunque sea a mitad de carrera.
-¿Y tú Morgan? – ahora su madre le miraba a ella, pero Morgan se quedó pensativa, no sabía que contestar, solo recordaba las palabras de su sueño.
-Me parece bien, no nos retiene nada aquí y creo que será lo mejor para los tres.
-Decidido entonces, nos vamos el domingo así que haced las maletas, enviaré esta tarde una carta a vuestros centros explicándoles la situación. Ya tengo las cartas de los nuevos lugares en los que os quedareis estudiando.
-¿Tan pronto? – se sorprendieron.
-Si, no entiendo porqué tanta urgencia pero es lo que me pone en el correo.
-Vale mamá, ahora mismo las haremos – y tras estas palabras, Morgan subió a su habitación para despedirse de su amiga y explicarle todo, que iban a empezar una nueva vida y que se escribirían todos los días.
-¿Tenéis ya todo? – el tono de voz de su madre indicaba nerviosismo ante el nuevo cambio.
-Si – Peter se veía enérgico, con nuevas esperanzas y algo contento pero Morgan se sentía como si un trozo de su corazón se hubiera desgarrado y estuviera encerrado en un lugar de aquella casa.
-Cuanto antes nos vayamos mejor – sentenció dejando la maleta en la parte trasera del vehículo y entrando dentro del coche familiar.
Bip, bip. Mensaje recibido.
Ve a la cocina, es urgente. El mensaje era de Garen.
-Espera mamá, olvidé una cosa – y sin darle tiempo a contestar a su madre, se desabrochó el cinturón y entró corriendo en la casa. Allí encontró a su amigo, tal y donde le decía en el mensaje.
-No quería que te fueras sin despedirme de ti.
-¿Pero porque me abandonaste?
-No quería hacerte daño, el ponche estaba manipulado y no pude evitar acceder a entrar en su hermandad.
-¿Hacerme daño? Pero qué dices.
-Escúchame, este viaje es un regalo que te hago. Tú tenías razón en cuanto a ellos. Son…
-¿Qué te pasa? – Garen estaba muy débil y sus piernas fallaron haciéndole caer al suelo.
-Necesito …
-Sangre – acabó la frase Morgan al ver el rostro transformado de su amigo, su palidez y ojeras con unos colmillos que le sobresalían de la boca.
-Vete.
-Ahora lo entiendo todo.
-Por favor Morgan, vete.
-Mi hermano se salvó de esto…
-¡¡Vete!! Por favor.
-Gracias, nunca te olvidaré – y con un fuerte beso en los labios se despidió de el sabiendo que nunca más se volverían a ver.
-Siempre estarás en mi corazón – susurró Garen al perder de vista a su amada. Nunca aprovechó el momento para confesarle todo lo que sentía por ella pero con sus actos intentaba enmendar ese error, salvándola a ella y a su familia de ese terrible final. Un final que hubiera sido muy distinto si hubiera hecho caso a Morgan, la pequeña y loca Morgan.